El anuncio cayó como un mazazo en el tablero global de la industria del entretenimiento: los hermanos Duffer, creadores de Stranger Things, dejarán Netflix en abril de 2026 para firmar un acuerdo exclusivo de cuatro años con Paramount. El movimiento no es menor: la dupla que construyó una de las series más influyentes de la última década abandona el gigante rojo justo cuando el mercado del streaming atraviesa una de sus etapas más tensas.
La decisión tiene un eje claro. Los Duffer quieren hacer cine y Netflix no parece dispuesto a garantizarles un espacio protagónico en salas. Paramount, en cambio, les abrió las puertas de la pantalla grande, una apuesta estratégica que combina nostalgia y ambición. En una industria donde los contenidos se miden por permanencia en catálogo y capacidad de generar suscriptores, ofrecer a los creadores libertad para pensar en grande es un arma de seducción masiva.
La salida no implica un corte inmediato. A través de su productora Upside Down Pictures, los Duffer seguirán involucrados en los proyectos que ya están en marcha para Netflix: la temporada final de Stranger Things, la serie animada Relatos del 85, el thriller sobrenatural The Boroughs y Something Very Bad Is Going to Happen. Pero cuando esas historias lleguen a su fin, será Paramount quien capitalice el prestigio y la potencia de la marca Duffer.
El movimiento debe leerse en un contexto más amplio. La llamada “guerra del streaming” atraviesa una fase de consolidación. Netflix ya no crece al ritmo de hace una década y enfrenta competidores cada vez más agresivos: Disney+, Warner Bros. Discovery con Max, Apple TV+, Amazon Prime Video y, ahora, un Paramount que busca reposicionarse. La batalla no es solo por suscriptores, sino por talento creativo. Retener o atraer showrunners capaces de construir fenómenos globales se volvió una prioridad estratégica.
En ese marco, la partida de los Duffer simboliza un problema recurrente para Netflix: su dificultad para retener a largo plazo a los creadores que ayudaron a cimentar su identidad. Shonda Rhimes, Ryan Murphy o los propios creadores de The Crown ya habían mostrado que la fidelidad creativa tiene límites. Ahora, la pérdida es mayor porque se trata de la dupla que parió la serie más icónica del catálogo.
Paramount, por su parte, apuesta a recuperar centralidad. En tiempos donde el streaming parece haber homogeneizado la experiencia audiovisual, ofrecer películas de gran escala en salas puede ser una manera de diferenciarse. Si los Duffer logran trasladar al cine la alquimia de nostalgia ochentera, aventura y terror adolescente que hicieron de Stranger Things un éxito, la jugada puede alterar el equilibrio de poder.
