Es una adaptación libre del cuento «Negro Ortega», de Abelardo Castillo, y acaba de comenzar su segunda temporada. Fájense, obra escrita y dirigida por Maxi Rofrano, cuenta la historia de un boxeador en el tramo final de su pobre carrera pugilística cuando le ofrecen pelear con una joven promesa del boxeo argentino en el Luna Park. Tiene que perder, por lo que todo oscila entre buscar la gloria y mantener la dignidad o el dinero para obtener tranquilidad financiera, aunque sea por un tiempo. El dilema lo resolverá en su hábitat natural: el ring.
Con música en vivo de Bruno Leichman y participación de Agustín Monzón —nieto del mítico Carlos Monzón— es una obra que mezcla la coreografía deportiva con la expresión teatral. Está protagonizada por Leandro Orellano, Fabián Petroni, Federico Milman, Santiago Maurig y Lorenzo Martelli.

“Empecé a trabajar con esta obra en la pandemia, en pleno 2020. Pero el germen es en un taller que hice con Rubén Szuchmacher, que en la parte final nos pidió que tratemos de llevar un cuento a escena. Buscando apareció el cuento de Abelardo Castillo. Para lo que él pedía terminé eligiendo otro cuento. Pero me quedó la espina y años después pude animarme a hacer Fájense. Su viuda me dio los derechos sin ningún problema, y empecé, digamos, a pensar cómo sería”, admite Rofrano
-¿Qué fue lo primero que te gustó del cuento?
-Que sea una historia del boxeo era algo que me motivaba. La verdad es que el cuento era muy visual: su descripción de la pelea, de la noche en el Luna Park. Y me calentaba mucho llevarlo al teatro a ver si se podía armar eso. Fue el motor inicial. También lo que representaba para la cultura porteña en la noche de boxeo. Eso fue el puntapié inicial. Y que yo pueda modificarlo. Porque siempre cuando hacés una adaptación de algo, obviamente, le ponés tu impronta y deja de ser el material para ser otra cosa. Encontrar ese equilibrio me gustó. Yo tenía muchas ganas de ser lo más fiel posible, al menos narrativamente. El cuento tiene muchos saltos temporales. Entonces, en cuanto a la apuesta, fue un desafío lindo. Había que mantener esa estructura narrativa que tenía el cuento y llevarla al teatro, haciendo que se entienda.
–Fájense es una obra muy física. ¿Cómo trabajaste eso para no perder realismo?
-Es verdad que hay un desafío muy importante para los actores, sobre todo de los que boxean, porque la obra dura más o menos 50 minutos. Es como una hora muy intensa en la cual los chicos también pasan gran parte del tiempo boxeando y haciéndolo de verdad. Guanteando, boxeando, o sea, no es que están haciendo que boxean. Yo, como el título indica, quería que se den. Entonces, los chicos tuvieron la preparación para boxear durante mucho tiempo y esto fue un desafío y lo sigue siendo aún hoy. Porque tienen que estar atentos para atender cuando se activan y se desactivan ciertas coreografías, concentrados. Para no comerse una piña y para cuando le dan el pie que le corresponde a ellos dar un golpe específico o decir algo. La obra es una máquina muy precisa en la cual hay que estar muy atentos. Y la hora termina siendo muy intensa. Cualquier mínimo error, muchas veces puede llegar a complicar algo luego. Pero la verdad es que gracias a los ensayos y al talento de los chicos logramos hacer una obra muy precisa y que camina bastante bien.

-¿El deporte puede ser una forma de hablar de la lucha cotidiana?
-Siempre me gustó la metáfora deportiva para hablar de la vida. Fui periodista deportivo, trabajé bastantes años en el Diario Popular y me encargué mucho de tiempo de cubrir el ascenso: vi muchos pibes que le dedicaban igual o más tiempo al entrenamiento que los de primera A, pero sin ganar ni un tercio de lo que ganaban los de los clubes más grandes. Y eso me marcó. Las actividades de alto rendimiento son desgastantes. Hay una jubilación muy temprana, por decirlo de una forma. Trabajar igual que uno que está en Europa y no cobrar lo mismo, solo se puede hacer un tiempo por orgullo y buscando el honor deportivo. Entonces esa lucha del amor y del dinero en lo que hacés es algo que me gustó incluir en esta trama. Creo que es medio esperanzadora en ese sentido la obra, porque sea cual sea la postura del personaje, para ellos siempre lo bueno está por venir.
-¿Cómo llegó el nieto de Monzón a ser parte de Fájense?
-Fue casual. Él había venido a la última función de la primera temporada. Le había gustado mucho, me quedé charlando con él. Le copaba mucho la obra y justo el actor del personaje que él hoy hace empezaba a ensayar y a trabajar con Nico Vázquez en la versión teatral de Rocky. Entonces le propuse a Agustín que se sume. Nos cayó como anillo al dedo. Tiene estatura y peso parecidos al del otro actor, sabe boxear y, por suerte, es un actorazo. Reunía todos los requisitos ideales para estar en la obra. Así que nos juntamos a charlar. El proyecto le gustaba mucho y se sumó y la verdad que como ser humano es un chico espectacular. Se le ve con muchas ganas. La verdad se acopló perfecto.

El teatro independiente resiste
-¿Qué importancia le das al teatro cuando algunos sectores lo quieren nocaut?
-El teatro argentino en general es muy variado. Eso está muy bueno y tenemos grandes teatristas, por lo que puede aguantar de pie. Está entrenado para sobrevivir cualquier lluvia de golpes. Una gran cantidad de actores de todo tipo, todos muy buenos. Me parece que la escena porteña de teatro independiente, sobre todo, tiene un montón de espectáculos, y muchos autogestivos, que es una de las grandes virtudes del teatro independiente. Ahora estamos un poco golpeados por el tema del Instituto Nacional de Teatro, cortos de subsidios, del apoyo para garantizar acceso al teatro, pero la gente de teatro banca las obras yendo y aportando para poder sostener esas salas que nos albergan. La resistencia es la clave en cualquier lucha y tratar de hacer lo máximo posible. Nos juntamos, elaboramos en cooperativa y le damos para adelante. Así que por suerte ese estilo y esa forma de trabajar nos está ayudando. Pero está complicado el asunto. Ante tanta plataforma y pantalla, vivenciar la actuación ahí frente a frente a vos es una experiencia que no se puede spoilear, por decirlo de alguna forma.
Fájense
Obra escrita y dirigida por Maxi Rofrano, con Leandro Orellano, Fabián Petroni, Federico Milman, Santiago Maurig, Lorenzo Martelli y la participación de Agustín Monzón, nieto del mítico Carlos Monzón. Los viernes a las 22 en Espacio Callejón, Humahuaca 3759.