Ismael Serrano vuelve a encontrarse con su público argentino con una gira en formato acústico que recorrerá algunas de las principales ciudades del país. El cantautor madrileño se presentará los días 26 y 27 de noviembre en el Teatro Ópera, en lo que serán sus únicas dos funciones porteñas, y luego continuará por La Plata, Rosario, Bahía Blanca, Olavarría, Tucumán y Córdoba. Bajo el título Gira acústica: guitarra y voz, la propuesta promete una experiencia íntima, centrada en la esencia que lo convirtió en una de las figuras más queridas de la canción iberoamericana.
En este nuevo tour, Serrano, de 51 años, invita a revisitar sus clásicos en un contexto despojado y poético, buscando recuperar la emoción de aquellas canciones que marcaron a generaciones. En su propio ideario, la música es un refugio capaz de acompañar, celebrar, sostener y resignificar la vida. “La vida sin música es un eterno etcétera, etcétera, ectétera… La música nos rescata”, sostiene el artista, reafirmando la lógica que siempre guió su obra: la de encontrar esa canción que pueda ser compañía en los momentos más luminosos y también en los más difíciles.
Serrano irrumpió en la escena musical a fines de los ’90 con Atrapados en azul (1997), disco que lo catapultó como una de las voces más representativas de la nueva canción española. Temas como “Papá, cuéntame otra vez”, “Vértigo” y “Amo tanto la vida” se convirtieron en himnos generacionales en España y América Latina. Su segundo trabajo, La memoria de los peces (1998), consolidó su vínculo con el público argentino y le valió discos de oro en el país.
A lo largo de casi tres décadas, Serrano construyó una trayectoria sólida y transversal: publicó discos emblemáticos, escribió libros, incursionó en el cine, trabajó con artistas fundamentales como Silvio Rodríguez, Luis Eduardo Aute, León Gieco y Mercedes Sosa, creó su propio sello y editorial, y mantuvo siempre un compromiso social activo. Sus canciones dialogan con causas y colectivos —desde las Madres de Plaza de Mayo al zapatismo mexicano— y sostienen un ideario que combina memoria, ternura y mirada crítica.
Su presente artístico lo encuentra celebrando ese largo camino: en los últimos años publicó La canción de nuestra vida, exploró nuevas formas escénicas y grabó en Buenos Aires su proyecto sinfónico, editado en 2024. Con esta nueva visita, Serrano retoma el contacto con un público que lo sigue desde sus inicios y que encuentra en sus recitales un espacio de emoción compartida. Gira acústica: guitarra y voz aparece así como un regreso a la raíz: una guitarra, una voz y las historias que siguen creciendo con quienes las escuchan.«
Volver a un formato más intimo
El cantautor español explica que, tras la magnitud del sinfónico, sintió la necesidad de “volver a la esencia”, a esa intimidad primera donde la voz y la guitarra bastan para contar historias. “Me apetece también reivindicar un poco al cantautor en estos tiempos de tanta impostura y de autotune, de tanta sofisticación un tanto superficial, reivindicar la figura del trovador que cuenta historias. Y me divierte también enfrentarme a ese reto, que además te permite tener un repertorio más fluido, no tan rígido, sujeto un poco a lo que pase en el concierto, a lo que pida la gente”.
Con casi 30 años de carrera, Serrano convive con la idea de que muchas de sus canciones se volvieron himnos personales para su público. Lo conmueve, aunque confiesa que aún lo sorprende. “Tenemos un poco de síndrome del impostor. Cuando alguien te dice que tu canción le cambió algo, piensas que quizás te confunde con otro”. Pero entiende esa relación porque también la vivió como oyente: las canciones que lo acompañaron en viajes, duelos o búsquedas. “Una canción no se termina hasta que alguien no la hace suya”, afirma.
El artista reflexiona con preocupación sobre el impacto de los algoritmos y la atención fragmentada que moldean hoy la música. Señala que muchos compositores crean condicionados. “Está influyendo de manera determinante, no ya solo en nuestra relación con la música, sino incluso en la forma en la que la gente crea contenidos culturales y audiovisuales pensando en cómo el algoritmo lo va a premiar o penalizar. Pero sobre todo, también el algoritmo lo que ha fomentado es un déficit de atención que no permite enfocar con claridad y con detenimiento ante lo que está sucediendo en la pantalla”.
Eso lo afecta directamente. “Penaliza a alguien que quiere contar historias, que no basa su música en un estribillo pegadizo que se puede coreografiar hasta la saciedad en TikTok. Entonces compites de forma desigual. En el scrolling no te da el tiempo porque tienes que desarrollar en muy poco tiempo tu discurso. Y el cantautor no es el formato en el que desarrolla su música. De hecho, en los camps de composición se tiene muy en cuenta el hecho de que la atención media es de 10, como mucho 15 segundos, y en esos diez segundos ya tienes que tener un impacto, con lo cual no puedes desarrollar, no puedes generar el clímax que merece una canción que tiene dos minutos y que a veces tardas en contar porque además quieres matizar, porque a veces la poesía está también en el contexto”.

Vida privada y contenidos
Agrega que además muchos artistas ya se están quejando de cómo casi se les exige ser influencers que estén exponiendo su vida privada y generando contenidos de manera constante. “Porque si no, el algoritmo te penaliza. Tienes que estar alimentando a la bestia permanentemente. El algoritmo genera una tiranía y un estrés que padecemos todos, pero de alguna manera los que nos dedicamos a conectar con la gente quizá lo padecemos más porque es como si tuviéramos que sustituir los procesos naturales de escribir una canción por esas dinámicas propias de los influencers”.
La canción de Serrano siempre fue también política y hasta hace poco era muy activo en X. Sin embargo, reconoce que las redes sociales se volvieron un espacio hostil: fomentan el enojo y generan costos reputacionales para quien expresa opiniones. “Estoy abandonando X en muchos sentidos, porque empuja a la interacción y ha descubierto que lo que más genera interacción es el enfado, el cabreo, la indignación. Con lo cual lo que va a hacer es provocar, polarizar, generar dinámicas muy tóxicas en redes sociales. Y luego, además, hay una intención disciplinaria. La gente sabe que expresarse políticamente en las redes sociales tiene un coste reputacional porque va a generar una cantidad de ruido alrededor de ti que no te va a compensar. Entonces decide callar. Y está funcionando. La gente tiene miedo a expresarse políticamente”.
En medio de ese clima, sostiene, la música adquiere un rol esencial: generar comunidad. “Sirve para que uno sepa que no está solo, para levantar la autoestima cuando piensas que todo está perdido”. Cree que las redes sobredimensionan la influencia de la ultraderecha y producen la sensación de que ciertas batallas ya están perdidas. “La realidad es volátil. Hoy se dice que los jóvenes son más conservadores, pero eso es un fotograma, no una adhesión inquebrantable. La gente está enfadada y quiere patear el tablero, pero no es fruto de una reflexión ideológica sólida”.
Serrano tiene una relación afectiva con Argentina en muchos sentidos —está casado con la actriz argentina Jimena Ruiz Echazú— que se refleja también en su formación musical. Creció escuchando en la casa familiar a Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, León Gieco, Fito Páez, Spinetta y Charly García. Más tarde profundizó en el rock y la canción de autor local a través de amistades y guitarreadas que lo acercaron a la obra de Almendra, Sui Generis y otros referentes.
En la actualidad, cuenta, trabaja en varios proyectos. El primero es Grabaciones insospechadas, un EP de cinco versiones de canciones que —admite— nadie esperaría oír en su voz, algunas españolas y otras latinoamericanas. “Lo hago para torcerle el brazo al algoritmo, que siempre te recomienda lo mismo”, cuenta.
En paralelo, escribe un nuevo disco previsto para 2026, año en que cumplirá tres décadas de trayectoria. “Algo habrá que hacer para celebrarlo”, anticipa. Cuando piensa en aquel joven que empezaba hace 30 años, le daría un consejo sencillo, aunque sabe que quizás no lo escucharía: “Que no se ponga tan serio, que no sea tan solemne. Que escuche más, que sea flexible y revise prejuicios. Más importante que tener todas las respuestas es seguir haciéndose preguntas”. «
¿Cuándo?
Ismael Serrano presenta Gira acústica: guitarra y voz. 26 y 27 de noviembre a las 21 en el Teatro Ópera, Avenida Corrientes 860 (CABA).
El homenaje de la Universidad de Avellaneda a Serrano
La Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) rendirá homenaje a Ismael Serrano por su trayectoria y por su compromiso sostenido con las causas sociales y la defensa de la educación pública.
El reconocimiento se realizará el martes 25 de noviembre, a las 11, en la sede de España 350, en un encuentro con inscripción previa y cupos limitados.
Consultado por la distinción, Serrano admite que la noticia lo conmovió profundamente: “Me honra, me abruma. Uno siempre siente que no sabe si va a estar a la altura del homenaje”. El emotivo impacto tiene, para él, una raíz familiar y política. “Sobre todo porque se trata de la universidad pública. En mi familia hemos estudiado todos en la universidad pública. Somos militantes de lo público, por así decirlo”, confiesa.
El cantautor recuerda su paso por la Universidad Complutense —donde cursó Ciencias Físicas— y detalla la historia académica de sus hermanos y de su padre, todos formados en instituciones estatales. “Mis hijos nacieron en el hospital público. Vamos a la sanidad pública, a pesar de que nos echan, a pesar de las dificultades”, señala.
Y advierte sobre el deterioro deliberado de los sistemas públicos: “La estrategia es esa: deteriorarlo para que te vayas a lo privado”. Aun así, reivindica su vigencia: “Aquí en España aún existe la sanidad pública, a pesar del maltrato que padece”.
