SYDNEY, Australia.- La australiana Erin Patterson, hallada culpable de envenenar letalmente con setas tóxicas a tres parientes durante una cena en su casa, recibió este lunes una sentencia a cadena perpetua, en un caso muy mediático que se prevé sea retratado en libros y series de televisión.
Dos meses después de que un jurado del estado de Victoria (sur de Australia) determinase que la mujer de 50 años planeó esta cena para envenenar a sus familiares, el juez Christopher William Beale dictó una sentencia de cadena perpetua contra Patterson con derecho a revisión en 33 años.
Estas son algunas de las claves del caso, que ha recibido gran atención mediática internacional.
La condena
La Fiscalía había solicitado que Patterson fuera condenada a cadena perpetua sin opción de libertad condicional, mientras que su defensa pidió que se fijara un plazo mínimo para que pudiera optar a salir de prisión en la vejez.
El juez del Tribunal Supremo del estado de Victoria (sur) dijo hoy que el jurado no creyó la “vaga historia sobre una compra en una tienda asiática” relatada por la acusada, que calificó como “una mentira”, antes de dictar la sentencia.
Beale subrayó que, aunque la posibilidad de rehabilitación es un elemento a tener en cuenta en cualquier proceso judicial, en el caso de Patterson su relevancia queda relegada por la extrema gravedad de los crímenes cometidos y que hubiera “una premeditación sustancial”.
El interés mediático
El juez advirtió que la notoriedad alcanzada por el caso de Patterson, amplificada por la intensa cobertura mediática y los proyectos editoriales y audiovisuales en marcha, podría condicionar de forma permanente su vida en prisión.
“Dada la cobertura sin precedentes de su caso y los libros, documentales y series de televisión que ya se preparan sobre usted, es probable que siga siendo una prisionera notoria durante muchos años y, como tal, represente un riesgo significativo frente a otras reclusas”, señaló el magistrado, al sugerir que Patterson quizá nunca pueda integrarse plenamente en la población carcelaria común.
Aislamiento
Tras la sentencia, Patterson fue escoltada fuera de la sala del tribunal y trasladada de nuevo al centro penitenciario femenino Dame Phyllis Frost, donde deberá cumplir al menos los próximos 33 años de su condena.
El juez recordó que la mujer ha estado separada del resto de prisioneras en los últimos 15 meses y que, debido a su notoriedad, “existe una gran probabilidad de que, para su protección, continúe en régimen de aislamiento durante los próximos años”.
La cadena pública ABC explicó que Patterson solo puede comunicarse con otras presas a través de un intercomunicador en su celda, pero no lo ha hecho, y debe ser llevada a todas partes de la prisión escoltada por dos personas.
El caso judicial
La mujer fue hallada culpable de tres delitos de asesinato y uno de tentativa, tras servir solomillos Wellington con setas tóxicas a cuatro familiares en un mortal banquete en su casa al sureste de Melbourne en julio de 2023.
La decisión judicial llegó después de que Patterson convocara a sus exsuergos, Don y Gail Patterson, y a la hermana y al cuñado de Gail, Heather e Ian Wilkson -el único superviviente-, a una cena en su casa de la localidad rural de Leongatha, en Victoria, el 29 de julio de 2023.
Informes de toxicología revelaron que la mujer empleó uno de los hongos más letales, ‘amanita phalloides’, también conocida como oronja verde, en la comida que sirvió a los familiares de su exmarido, Simon Patterson, con quien tiene dos hijos en común.
El excónyuge también fue invitado a la reunión, pero finalmente no acudió.
La noche de la cena
El motivo de la convocatoria a la cena fue que Patterson quería contarles que padecía cáncer, enfermedad que posteriormente se demostró que nunca le fue diagnosticada.
Los comensales degustaron solomillos Wellington individuales, compuestos de piezas de carne cubiertas con setas, envueltas en hojaldre y acompañadas con puré de patatas y judías, preparados por Patterson.
Tras sentirse gravemente enfermos después del banquete, los cuatro invitados acudieron al hospital, donde tres de ellos fallecieron.
Mientras, el único superviviente, Ian Wilkinson, apuntó en su declaración que la acusada comió de un plato de color tostado, distinto al los de los demás, que eran grises.
Asimismo, Ian, pastor de profesión, sostuvo que Erin se negó a que sus invitados la ayudaran a emplatar la comida que preparó, y que se mostró “reacia” a mostrarles su despensa.
EFE.