Shock inicial, cambio de expectativas y dudas sobre el alcance del rescate

Shock inicial, cambio de expectativas y dudas sobre el alcance del rescate


No es casualidad que la intervención del gobierno estadounidense, anunciada hace casi tres semanas, se materializara finalmente este jueves. Esa fue la jornada en que el Tesoro local tocó fondo. En su cuenta de divisas en el Banco Central quedaban poco más de U$S 250 millones y ya no tenía resto para evitar que el precio del dólar se disparase. Desde el “comprá, campeón” del ministro Luis Caputo, el gobierno se había patinado unos U$S 2000 millones para defender un tipo de cambio que así y todo subió alrededor de 25%.

Por eso la decisión del secretario del Tesoro, Scott Bessent, de inyectar dólares en un mercado extranjero (en una cifra no precisada) ya no podía demorarse. Su puesta en marcha fue recibida con euforia por el gobierno. Es una medida extrema: según los memoriosos, Estados Unidos sólo la aplicó cuatro veces en el último medio siglo, la última en la crisis del euro de 2012.

Ese dato potenció el impacto generado por la magnitud de la ayuda (un swap de U$S 20 mil millones, más posibles compras de bonos). También por los condicionamientos impuestos por Estados Unidos, de variada índole, algunos de ellos secretos, que se pueden resumir en la frase de Bessent: “Milei tiene el compromiso de sacar a China de la Argentina”.

Después de la conmoción inicial, sin embargo, comenzaron a aflorar las dudas sobre cómo se implementará ese salvataje. Caputo regresó el viernes de Washington pero esquivó los micrófonos. La falta de precisiones elevó la incertidumbre. «Lo que falta ahora es la letra chica, que va a mostrar lo que Argentina tendrá que hacer a cambio», planteó un informe de la consultora Econviews.

La hipótesis más difundida es que el swap anunciado, en principio un mero intercambio de divisas para reforzar al Banco Central, reemplazaría al del Banco Popular de China. Los dólares podrían usarse para cancelar los apremiantes vencimientos de bonos por U$S 8500 millones previstos para enero y julio de 2026. En ese caso, perderían su carácter inicial y pasarían a ser un préstamo para “rollear” deuda, con lo que el Banco Central se descapitalizaría y quedaría peor que ahora. ¿O acaso la cancelación de ese swap asiático queda fuera del “chinos go home” de Bessent?

¿Peso subvaluado?

También hay dudas sobre el futuro régimen cambiario. El secretario del Tesoro justificó la compra de moneda argentina y afirmó que “el peso está subvaluado”. No podía decir otra cosa, luego de que la oposición demócrata exigiera frenar el rescate a la Argentina mientras dure el “shutdown” de la administración federal.

Las remesas de dinero del Tío Bessent podrían servir para calmar las expectativas y frenar la corrida. Y hasta para que Caputo (trader al fin) pueda recomprar algunas divisas más baratas de lo que las vendió. Así y todo, en el mercado doméstico no creen que hay margen para que el peso siga apreciándose.

Esa tendencia convendría a los capitales extranjeros para iniciar una nueva etapa de carry trade, haciendo diferencia con las tasas de interés ante un tipo de cambio estable o incluso en descenso.

En ese caso, el apoyo no sería “para estabilizar la economía de Argentina, sino para apuntalar un modelo financiero regresivo e insostenible basado en entradas especulativas, garantías externas y sobrevaluación de la moneda”, según un documento que el CEPA (Centro de Economía Política Argentina) emitió en inglés, para que sea comprendido por la opinión pública estadounidense.

Pero no tendría nada que ver con las recomendaciones del FMI para robustecer las reservas ni con juntar divisas para las siguientes amortizaciones de deuda. Eso fue lo que planteó la consultora LCG, en un informe también titulado en inglés (“The dollar doesn’t float anymore”), en honor a Bessent.

“La administración del tipo de cambio pasó del BCRA, al Tesoro argentino y ahora al Tesoro norteamericano”, indica el trabajo. Luego se puntualiza que “dado que habrá una auditoría más cercana por parte del gobierno y del FMI (auditoría que será tanto económica como política, supervisando la coalition building del gobierno local), todavía sigue siendo probable que luego de las elecciones sobrevenga el fin de las bandas cambiarias para ir a un esquema más flexible y acorde al equilibrio externo y la acumulación de reservas, algo que viene pidiendo el FMI”.

En ese sentido, el consenso mayoritario es que el dólar barato ayuda al gobierno a enfrentar la coyuntura electoral, pero se lleva de patadas con juntar divisas para pagar deudas ya contraídas. Y que daña la actividad productiva, jaqueada por la apertura comercial indiscriminada y las altas tasas de interés. En resumen, nada que ayude a sacar la economía de su estancamiento.

En una entrevista en Radio con Vos, Emmanuel Alvarez Agis, exviceministro de Economía, fue muy claro: “El programa macroeconómico ya tuvo dos rescates en seis meses, el del Fondo Monetario en abril y el de Estados Unidos en octubre. No sé si se necesita algún certificado de alguna autoridad para decir que este plan es inconsistente y no aguanta”.

Un salvavidas para los amigos de Bessent

En Estados Unidos creen que la decisión de su gobierno de apoyar a la Argentina tiene como objetivo darle tiempo a los inversores de ese país para liquidar sus posiciones y escapar de ese mercado. Uno de los apuntados es el magnate Rob Citrone, propietario del fondo de inversión Discovery Capital y reconocido amigo de Scott Bessent, con quien compartió años manejando inversiones a nombre de George Soros.
En la cartera que Discovery informó a la SEC estadounidense hay acciones de bancos argentinos (Galicia, BBVA) y de firmas petroleras (YPF, Vista), agrícolas (Adecoagro) y energéticas (Pampa). Bloomberg dijo que el fondo obtuvo ganancias de 52% en dólares en 2024. «¿Aprovechará Citrone el puente financiero respaldado por los contribuyentes para retirar su dinero y huir?», se preguntó Paul Krugman, premio Nobel de Economía.



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