Hace casi diez años, un terreno de 12.805 metros cuadrados de Floresta se encuentra en desuso. Se trata de la manzana ubicada entre las calles Segurola, Elpidio González, Sanabria y Juan Agustín García, donde hasta 2016 funcionó una cárcel de menores. Su destino original era otro, el de un espacio educativo para niños y niñas pobres del barrio. Así lo había pensado Manuel Rocca, un inmigrante italiano que llegó a estos pagos en 1875 desde el puerto de Génova sin dinero y se convirtió en un acaudalado comerciante. El “xeneize” donó la tierra a través de su testamento. Pero en 1957 el asilo educativo se convirtió en un instituto correccional de menores. Hoy, All Boys procura recuperar el terreno con el objetivo social de su origen y apunta a transformar este espacio abandonado en un polo educativo, cultural y deportivo a partir de un proyecto presentado por el club en la Legislatura porteña.
La iniciativa mantiene el estado parlamentario y está a la espera de ser tratada en comisiones. A diferencia de las presentaciones anteriores, es la primera vez que ingresa a la Legislatura con la firma oficial del club y, también, con apoyo de la comunidad. El proyecto reunió el respaldo de 25 mil firmas de los vecinos y vecinas, 400 comercios y más de 100 adhesiones de clubes de barrios, ONG y asociaciones sin fines de lucro. San Lorenzo y Ferro son algunos de los nombres propios de mayor volumen. “Tiene una presencia fuerte de la comunidad dentro del propio proyecto: todo el frente es un espacio de 1500 metros de acceso público para el barrio”, cuenta Yamil Taha, hincha y socio del Albo, abogado a cargo del aspecto legal de la propuesta e integrante de la subcomisión que se reúne bajo una consigna clara: “El Rocca para All Boys”.

Presentado en junio en la Legislatura porteña, el proyecto pide la cesión de los terrenos por 20 años, con la posibilidad de prorrogar por otros 20 si se cumplen los objetivos. “Más de 1500 m2 de espacio público libre y verde se incorporan en la propuesta a la ciudad. Una plaza pública con espacios blandos sobre la Av. Segurola son proyectados para paliar la necesidad de nuevos espacios públicos y darle vitalidad a la avenida y destacar por volumetría y jerarquía al viejo Hogar Rocca”, describe el documento técnico de la obra elaborado por Gabriel De Bella, socio de All Boys y especialista en temas urbanísticos y patrimonio arquitectónico de la Ciudad de Buenos Aires. “Se propone una refuncionalización integral del predio de la ex cárcel para reconectarlo con la comunidad, generar lugares de encuentro, y garantizar usos intensivos y mixtos que integren educación, cultura, deporte y servicios sociales”, explica el arquitecto quien, además, tiene un vínculo familiar con el club: Sebastián, su padre, fue presidente de 1988 a 1992.
All Boys y los predios
Entre las decisiones de la última dictadura cívico-militar y de las presidencias de Carlos Menem, All Boys perdió la totalidad de su predio, un polideportivo de alrededor de 2,7 hectáreas donde se entrenaban las inferiores. Estaba literalmente enfrente de la cancha, entre las calles Miranda, Chivilcoy, Elpidio González y Gualeguaychú. En 1979, una porción del terreno fue destinado a la construcción de la escuela de hipoacúsicos Osvaldo Magnasco que sigue en funcionamiento mientras que en 1995 se expropió el espacio restante para convertirlo en las dos plazas actuales, la Monte Castro y la 29 de diciembre de 2001. “Pensamos que es una reparación histórica”, sostiene Taha y lo suma como otro argumento a favor de la reapertura del Rocca en manos del club.
Ubicado a 300 metros de la cancha, el nuevo espacio estaría compuesto de áreas de uso comunitario, deportivo, mixto y al menos otros dos espacios educativos con un colegio primario para 500 alumnos y un jardín inicial de 300 alumnos. “Nuestra propuesta toma en cuenta la necesidad de los vecinos y del barrio para recreación y deporte amateur, además de continuar con el espíritu de Rocca en el predio”, señala Bella sobre el proyecto que, entre otras cosas, incluye gimnasio, salón de exposiciones, una biblioteca virtual, bar con terraza, pileta de natación, parrillas y huertas. “La mayor virtud es que se refuncionaliza un lugar que está hace casi diez años cerrado e incluso peligroso para la zona. Hoy es de encierro, pero puede producir para el futuro e impactar en la vida de los chicos y de los adultos mayores”, remarca Taha. Desde lo económico, además, el plan es costearlo con la búsqueda de subsidios nacionales e internacionales, sin necesidad de recurrir al Estado. “Las características lo permiten, porque se trata de una organización sin fines de lucro que recupera y transforma el vecindario”, sostiene De Bella como virtud para conseguir recursos.
La iniciativa que empezó con apenas unos pasacalles hoy tiene presencia en todo el barrio. Hinchas y vecinos ya hicieron alrededor de 10 eventos bajo la consigna “El Rocca para All Boys” y desde la subcomisión tendieron lazos con distintos bloques y legisladores de CABA para instalar el proyecto. Hay, además, antecedentes para alimentar la expectativa de hinchas y socios: la Legislatura le restituyó a Platense el histórico terreno situado en Manuela Pedraza y Crámer, que había sido expropiado en 1971. En diciembre pasado, aprobó nada menos que la concesión del predio por los próximos 20 años, tal como piden en Floresta. “Pasar por ahí, verlo hecho y decir participé sería un montón”, dice De Bella. Y traduce con simpleza la potencia del modelo asociativo: ser parte de un hecho colectivo.
