El ego del futbolista no es ser un cancherito

El ego del futbolista no es ser un cancherito


Leandro Gracián dice que los futbolistas profesionales son “tocados”, porque “al mundo le gustaría pisar alguna vez una cancha con gente”. Y que, entonces, el fútbol es su “propósito de vida”. Lo siente así desde que entrenaba con la Pre Novena de Vélez en el polideportivo de Liniers y miraba de cerca al estadio José Amalfitani. Desde marzo de 2024, después de haber sido ayudante de Walter Erviti en Atlanta y de Hugo Ibarra en Boca, Gracián es el entrenador del Club Social y Deportivo Madryn, líder en la zona A de la Primera Nacional. Campeón como talentoso enganche en Vélez, Boca e Independiente, a los 43 años vive su primera experiencia como DT principal (en 63 partidos con Madryn logró el 59,79% de los puntos). La Patagonia nunca tuvo un club en Primera, más allá de los cinco que jugaron los viejos torneos Nacionales (1967–1985): Cipolletti, Deportivo Roca y Atlético Regina (Río Negro), e Independiente de Trelew y Huracán de Comodoro Rivadavia (Chubut). El Tano Gracián –un porteño que arrancó en el baby del club Palermo– anhela que el primero sea Deportivo Madryn (Chubut). “Tengo una pasión por el fútbol que estimula mis sentidos –dice–. Conjuga con que me gusta liderar y poder bajar una idea de juego”.

–¿Qué es el fútbol en la Patagonia? ¿Hay un biotipo de jugador?

–Nosotros, en el plantel, tenemos sólo un patagónico, Juan Ignacio Peinipil. La mayoría son de otras provincias, de Buenos Aires. En Madryn empieza a crecer una pasión por el fútbol, aunque todavía no hay un club patagónico que haya trascendido tanto. El nuestro aspira a más, y contagia a la ciudad, que es chica. Deportivo Madryn es el más popular, tiene aspiraciones de crecer, acaba de cerrar su estadio que tiene iluminación. La experiencia con los futbolistas que veo en la local (Liga de Fútbol Valle del Chubut) es que son muy laburadores, aplicados y silenciosos. Perfil bajo.

–Dijiste que “no hay una interpretación grande del juego en general en los futbolistas”, que “el futbolista de hoy no sabe jugar sin pelota”.

–Mirar fútbol te amplía un espectro, pero hay maneras de mirar. Con un celular no te das cuenta de nada. Si mirás sólo la pelota, no te da algo. Ahora, si ves a un equipo, qué está haciendo… Hay una manera profunda de mirar un partido. Necesita de atención, qué es lo que querés mirar. Como jugador no tuve entrenadores que me enseñaran a desarrollar los momentos del juego. Vengo de unas metodologías básicas, con dos o tres ítems ofensivos y defensivos. Ahora es al revés: el jugador está sobreestimulado, pero le cuesta aplicarse, que le guste incorporar conceptos de juego, que no es ver fútbol; es entender los cuatro momentos del juego –defender, recuperar, gestar, definir–, cómo juego colectivamente, los principios individuales. Requiere ganas. Muchos futbolistas no se aplican. Prefieren hacer lo que les dice el entrenador y no aplicarse en conocer. Pero son todos diferentes. Algunos tienen ganas de aprender, a muchos no les interesa. Sé que la atención no la voy a tener la hora y pico del entrenamiento. Pero tengo que ser justo: te pasa como jugador, porque como entrenador nunca me olvido de que estuve del otro lado. Ahora tomo decisiones, pero nunca me olvido de las sensaciones que tuve, si no entrás en otra dinámica. Hay cosas que a mí no me importaban aprender, era rebelde.

–¿Por qué aclaraste que el protagonista es el futbolista, que el juego le pertenece?

–Tenés que sentir, realmente, que el jugador es el protagonista del fútbol. Si les digo a los futbolistas que son los verdaderos protagonistas y no lo pienso… Es una cuestión interna. Lo digo porque lo siento así. Los entrenadores no se las saben todas; el entrenador entró en una dinámica que pareciera que tiene “el método”, y todo lo contrario. Ya no jugamos más. Se lo transmito a los futbolistas y se lo hago sentir. Lo construyo diariamente y de frente, todo el tiempo, porque tengo que ser condescendiente con acciones. Es poner mi espíritu y predisposición al servicio del futbolista. Que ellos sientan que tienen el protagonismo. El jugador, desde la primera charla, te va a medir todo: qué digo, cómo, de qué manera, con qué tono, si soy o no sincero, si lo franeleo, si siento lo que digo. Se dan cuenta de todo.

El ego del futbolista no es ser un cancherito

–¿Qué significa que “el fútbol que se viene va a ser de espacios y no de sistemas”?

El sistema todo el tiempo se está moviendo. Está vivo. O sea, se desestructura todo el tiempo. Le decimos estructura al 4–4–2, 4–3–3. La estructura te organiza. En Madryn replegamos 4–4–2 y atacamos 4–1–3–2. Listo, esas ya están. Ahora, cuando se va el lateral ya cambió, hay línea de tres, y todo se desestructura todo el tiempo. Hay que entender y saber qué espacios ocupar. No podemos, en la distribución de los metros cuadrados de la cancha, estar dos en el mismo lugar. Hay jugadores que ocupan un espacio para liberar otro, otros que los ocupan para usarlos para atacar, otros para atraer. Todo eso hay que explicárselo a los jugadores; hablándolo, mediante video, entrenándolo. Y que lo entiendan, que se entienda que yo ocupo un espacio, por ejemplo, para atraer, nomás, y que se libere el otro. Eso es saber jugarlo. Ocupo, ocupo. ¿Qué ocupo? Acá sin pelota este espacio, a esta altura, pero con, voy y ocupo este. El fútbol es mucho más de espacios. El equipo que mejor los interprete va a terminar ganando.

–¿Cuánto incide la socioafectividad, complementarse con el otro, ver la misma jugada al mismo tiempo?

–Tengo sesiones de video con parejas, como las de ataque, los dos 9. Las sociedades son importantísimas porque te rompen todo. Una sociedad talentosa que conecte adentro de la cancha es difícil defenderla. Hay virtudes de los futbolistas que no se pueden defender. La creatividad talentosa es difícil de defender. Son décimas de segundo en que coordinan para quedar mano a mano, para generar una pared, o a través de una gambeta eludir a dos y dejarte de cara, porque tu compañero ya sabe que vas a eludir y te está esperando. Es muy importante, dentro de tu estructura, entender cuáles son las sociedades. Tienen que conectar todo el tiempo. Y las tengo que estimular. “Jueguen para ustedes, uno para el otro”. Dentro del campo de juego tiene que haber comunicación: si yo fui y vine, jugamos juntos; si tengo para servirte el gol, te lo sirvo; si tengo que liberar para vos, libero; trabajar en equipo en la sociedad para potenciarse mutuamente y que el beneficiado sea el equipo. Es una comunicación, sentir conexión con el otro, llevarse bien adentro del campo de juego, no que sean amigos. Si después uno se junta con el otro a comer, me es indiferente. Hablo 100% del juego. “Yo juego para vos, vos para mí, somos hermanos”. Si un 9 desciende, que el otro genere profundidad, no que desciendan los dos juntos. Los dos centrales, una pareja. Lateral y extremo, otra. El cinco con el enganche, otra.

–¿Cómo es el ego del futbolista?

–La última semana tuve una charla con un futbolista y le dije: “Cuando jugaba tenía mucho ego, y a veces me jugaba a favor y a veces en contra. El ego hay que saber usarlo a favor”. Usarlo a favor es creer en tu potencial. Créetela, pero bien, no para que el único beneficiado seas vos y no el equipo y quieras sentirte importante antes que todos. No. Es un juego colectivo. Hay que saber lidiar con esas personalidades. Tenés 27 jugadores y hay que detectar cada tipo de ego. Hay uno que quiere sobresalir, otro que es muy humilde pero el ego de que se cree que hace todo bien. Hay egos que se pueden expresar, otros los ves. Conecto mucho desde la comunicación. El ego del futbolista no es ser un cancherito. A mí por momentos me jugó en contra y, en ese ego, no es que no pedí ayuda: no dejaba que me ayudaran. Tenés que tener madurez. Esta profesión te encierra tanto… Y después está tu carácter, si sos muy introvertido, si no y arrancás. El fútbol que jugamos es de competencia. Todo el tiempo están estimuladas las emociones. Y todos los días, no sólo el domingo. El ego del vestuario es convivir con todas las personalidades de los futbolistas y ponerse al servicio de un objetivo, de un juego colectivo. La prioridad es el grupo o el equipo. Ahora, ¿tenemos un jugador que se elude a todos y vamos a jugar para él? Está buenísimo también eso, porque tiene un talento enorme. Pero cuando no lo tenés, necesitás que el juego colectivo potencie todas tus cualidades, dependés de un compañero.

–¿Cuáles son los vicios del futbolista?

–Se acostumbra a la comodidad de que todo tiene que tener servido. Pero conocí al futbolista de Ascenso –casi no lo conocía porque jugué seis meses antes de retirarme en San Martín de Tucumán en 2017– y es todo lo contrario. El jugador del Ascenso es un guerrero, va al frente con todo, pero no tiene ese talento. Esa comodidad que te dan muy buenos clubes no te tiene que jugar en contra y que seas conformista, porque todo el tiempo es competencia, y mientras te conformás, estás perdiendo el puesto. La lucha del futbolista es por sostener el rendimiento. Trato de llegarles, de estimularles eso en los entrenamientos. Frase viejísima: jugás como entrenás. Yo no jugaba como entrenaba, pero tampoco me volvieron loco para que entrenara como iba a jugar. Hoy veo futbolistas que ese hábito ya lo tienen instalado, y hay otros que se estimulan más en el partido que en la semana pero luchan con su rendimiento. Eso es un esfuerzo constante. ¿Hablo con la nutricionista y que me diga lo que tengo que comer o estoy con mi familia y como bizcochos con mi mujer? Eso te va dando disciplina. Es el costo de la carrera del futbolista si querés ser exitoso. Mientras más profesionalice mi físico, mejor rendimiento voy a tener porque el físico mío es una máquina. O tenés un Falcón o una Ferrari. Lo decidís. Y más en este fútbol, que con todos los cuidados, ha equiparado a todos los jugadores talentosos. Ahora, el talentoso con disciplina, no tiene techo.

–¿Hay menos talentosos?

–El talentoso se volvió mucho más completo. La selección argentina tiene hoy 22 talentosos. Monstruos, cracks, futbolistas mucho más completos. ¿En el fútbol argentino no los tenemos, no hay casi nada? Sí. Contra River, yo jugaba contra Aimar y Saviola, Cavenaghi. Se mantenían muchos años. Contra Boca, contra Gago, Insúa, Palacio, Tevez. Cada equipo tenía cuatro o cinco figuras. Ahora nada, te los sacan, no los disfrutás. El Manchester City te saca a Echeverri y capaz te lo manda al Almería, pero ya te lo sacó. Te sacan el talento enseguida, nosotros no lo vemos hoy en Argentina. Al crack, no lo vemos, y eso sí cambió. Ya se fue Mastantuono al Real Madrid, no lo vemos más.

–¿Los viejos N° 10 juegan pero en otras posiciones?

–La selección juega con cinco 10. Estaba en Boca cuando Paredes subía y jugaba de enganche. Competíamos puesto. Después se tuvo que adaptar a otra posición, agregarle a todo ese talento. Y explotó. Capaz que de enganche no era lo que es hoy. El fútbol creció, se globalizó y hay funciones. Crecí con que lo único que hacía el 10 era moverse atrás del 5, libre, y de ahí lo que quieras. Mis cuatro defensores y tres volantes jugaban para los tres de arriba. Si no defendía y volvía caminando, no pasaba nada. Las metodologías, los juegos y los campos crecieron, y el talentoso tiene más funciones. Y se adapta para jugar. Como le dijo Luis Enrique a Mbappé: tenés que cumplir una función defensiva. Hoy te neutralizan, te desdoblan, no podés hacer tanta diferencia. Bueno, si Mbappé se levanta bien, sí. Pero vamos a trabajar para que, a la hora de que tu equipo te necesite, también puedas tapar al rival.

–¿Qué vivió Boca desde el último título, con vos como ayudante de Ibarra en la Supercopa Argentina 2023, hasta ahora, que lleva 12 partidos sin ganar en los 90 minutos?

–En los últimos años ningún entrenador pudo sostener una idea de juego bien clara en el tiempo. Tuvieron partidos todos los entrenadores, pero no pudieron que el hincha diga “ok, juega a esto y va”. Pero es que la sostenga y que obtenga resultados. Porque en Boca no hay margen. Tenés en general buena calidad de futbolistas, de jugadores de las inferiores, te brinda todas las herramientas. Todas. Hoy, desde afuera, veo un momento delicado a nivel de resultados, pero que tiene todo para salir adelante. A veces este juego nos enseña, y bienvenido, que hoy sale campeón Platense. El fútbol argentino se volvió de una paridad grande. No te alcanza solo con ser un grande para ganar. Necesitás tener mucho más. Y eso no es que no se trabaje, sino que lo tenés que crear.

–¿Riquelme es tu amigo?

–Un gran amigo. No tenemos un vínculo diario; hay etapas que sí y que no. A mis amigos quiero que les vaya bien, y punto. Entonces me cuesta tener una crítica, porque es el máximo ídolo de Boca, uno de los mejores futbolistas que vi en su posición. Y encima me dio la oportunidad de prepararme en un club como Boca, y soy un agradecido eterno. Cuando parto de esa base, ya está, no más. Deseo que le vaya bien porque conozco que ama al club como a nadie. Siento, desde afuera, que el gran poder de la Argentina lo tiene apuntado porque nunca coqueteó con ese poder, porque se lo ganó todo por el cariño de la gente. Y eso genera todo lo que genera a la hora de que él no consiga los resultados que necesita tener.



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