Es un disparate asociar al INCAA con películas para cuatro personas

Es un disparate asociar al INCAA con películas para cuatro personas


Raúl es un padre cuya vida cotidiana se ve trastocada por un accidente y casi se desentiende de su hijo adolescente. Esa ausencia obliga a Antonio, su hijo de 14 años, a lidiar de la noche a la mañana con las imposiciones propias de la adultez y con la angustia de una situación familiar difícil. Juan Minujín brilla nuevamente, esta vez como Raúl, pero sin estridencias. Sin gestos ampulosos ni peripecias emocionales y/o físicas, encarna a un hombre en una deriva interior que no sabe o no puede estar a la altura de las circunstancias. Adulto, el film de Mariano González, recibió el Gran Premio del Jurado en el Festival de Shanghái, y reconocimientos en Montreal, Trieste y Mar del Plata, y este jueves –por fin– llega a los cines argentinos.

La película, que puede enmarcarse dentro del subgénero coming of age o cine de iniciación, pone en escena temas universales en clave intimista y con una sutileza que atrapa. La soledad de la adolescencia, los adultos demasiado centrados en sus propios problemas y las responsabilidades que acechan. Completan el elenco central Camila Peralta (Eloísa) – una vecina que intenta ayudar a Antonio–, Sofía Gala Castiglione, Valeria Lois y “Lolo” Crespo en papeles secundarios.

El director y guionista Mariano González recibió el premio FIPRESCI en el 31° Festival de Mar del Plata por su primer largometraje, Los globos (2016). Su segunda película, El cuidado de los otros (2019), protagonizada por Sofía Gala, fue bien recibida en el circuito internacional de festivales. Ahora recurre a un relato que explora con sensibilidad y desde la cotidianeidad los vínculos familiares.

En diálogo con Tiempo, Minujín se muestra abierto a un diálogo sin protocolos. Con 50 años recién cumplidos, ya se consolidó como una de las figuras más versátiles y requeridas de la escena local.

–¿Cómo describirías a Raúl, el padre del adolescente que protagoniza la película?

–Es un padre que está solo con su hijo. No hay una figura materna que esté presente, hace un poco lo que puede. Me parece que lo interesante de la mirada de Mariano (González) como director y guionista es que no te empuja a pensar “este tipo es un hijo de puta”. Las circunstancias lo van llevando y evidentemente carece de muchas herramientas emocionales. Me parece que eso es lo lindo y ofrece la posibilidad de que muchos se identifiquen. No es un villano, es un quizás padre imposibilitado emocionalmente, demasiado centrado en sí mismo, que pierde un poco de vista algo tan determinante como un hijo. A su vez, no sabe muy bien cómo entrar en el mundo adolescente que transita su hijo.

–Tus hijas ya están pasando la adolescencia. ¿Cómo construiste a este padre que simula ante su hijo aunque sabe que igual lo va a decepcionar?

–No sé si el personaje tiene tan claro que va a decepcionar a su hijo. Al menos yo no lo tomé por ese lado. Hay personas que siempre le echan la culpa a otros y creen que todos son unos hijos de puta y que ellos merecen otra cosa. Construí a Raúl un poco más de ese lado. Tampoco es un tipo que después haga un mea culpa y se sienta mal. Es alguien que escapa para adelante y va resolviendo, o mejor dicho pateando todo para adelante, con mentiras o lo que se le ocurra en el momento. Pero no porque sea malo o no le interesa nada: simplemente no puede o no sabe. Me gustan también estos personajes que no cambian mucho, que no tienen un arco narrativo muy amplio, porque muchas veces la vida es así.

–Antonio es muy inteligente y se las rebusca. Venís de trabajar también en la serie Atrapados, que también gira en torno a los adolescentes y sus problemáticas actuales. ¿Cómo ves ese tema hoy en la Argentina?

–Me parece que la adolescencia siempre es una etapa muy linda, muy rica, muy misteriosa para los adultos. Ahora y siempre. Parte del chiste de la adolescencia es que no hay adultos cerca, que empiezan a desarrollar el mundo adulto un poco entre ellos y ver cómo es. Después, ¿cómo lo veo actualmente? La adolescencia es una etapa muy  linda, pero hoy enfrenta peligros inéditos que, creo, nos preocupan a todos. Es un momento muy complejo, incluso más allá de la coyuntura argentina puntual, por el bombardeo de las redes sociales, ahora las inteligencias artificiales… Por un montón de cosas que para nosotros son muy nuevas y da la sensación que pueden generar influencias al menos peligrosas.  A la vez, también me acuerdo que cuando yo era adolescente había cosas que eran amenazas también y que los adultos se preguntaban cómo va a hacer la juventud para salir adelante con todo esto. Veo desafíos complicados, pero desde mi mirada de una persona grande. Lo de las redes sociales ya lo conocemos, pero me da la sensación que de las inteligencias artificiales recién estamos viendo la puntita de lo que va a ser.

–Este adolescente por lo menos parece que se las va a arreglar, pase lo que pase.

–Los adolescentes suelen tener ese impulso de mandarse y resolver, casi sin pensar demasiado. Pero no siempre sale bien, claro. Hay algo de la película que es casi como un género en sí mismo de adolescentes que están lanzados al mundo adulto. Desde la nouvelle vague hasta acá hay películas que revisan y revisitan esta temática y me parece que son muy interesantes. A mí, de las cosas que más me atraen de la mirada de Mariano en esta película es que cuenta que empieza a pasar en esa comunidad de adolescentes en donde ya no está la figura de un adulto. Ellos empiezan a armar algo. Hay un lazo ahí que empieza a funcionar muy bien.

–Cuando te llegó el guion, ¿por qué decidiste hacerlo?

–Me gustó mucho. Después me junté a hablar con Mariano y me pareció una persona sumamente interesante. Vi sus películas anteriores, me encantaron y me sentí muy privilegiado porque me convocó para hacer un personaje así. Es una historia muy bien escrita, sencilla, pero que dice mucho de una manera muy sutil.

–Esta película en particular no contó con el apoyo del INCAA. ¿Cómo ves la situación del cine argentino?

–La veo muy complicada. Me parece que el papel del INCAA como coproductor de las películas argentinas es muy importante. De toda escala de película: las grandes, las medianas y las chicas. Sin querer entrar en una polémica con nadie en particular, es absurdo asociar al INCAA con películas que no ve nadie. No es el objetivo del INCAA para nada, nunca lo fue. Sí es apoyar y motorizar la industria audiovisual, que es una industria que, como muchas otras, necesita y es sano que tenga el apoyo del Estado. A mí me parece que es verdad que se pueden hacer tres o cuatro películas por año sin el INCAA. Es posible. Pero eso no es una industria.

–¿Y qué hace falta para tener una industria?

–Para tener una industria y contar con profesionales que se puedan formar necesitás volumen. Después me parece que podemos discutir cuántas películas. Pero en principio no veo que se esté abriendo el espacio para dialogar y discutir con todos los actores que forman parte de la comunidad audiovisual. Supongo que eso va a volver, ojalá vuelva ese diálogo. Que podamos aprender de las cosas que sí se hicieron mal en el INCAA, que fueron un montón, y de las cosas que se hicieron bien, y se pueda tener un instituto que pueda volver a motorizar la industria audiovisual.

–Tenés pendiente de estreno la segunda temporada de Coppola, el representante y la película española Los domingos, de Alauda Ruiz de Azúa. ¿Qué otros proyectos tenés?

-No tengo nada confirmado. Me gusta un poco este vacío como para descansar, para pensar, para volver a tomar un poco de aire, de inspiración y ver el trabajo de otros compañeros y compañeras. «

Adulto

Escrita y dirigida por Mariano González. Protagonistas: Juan Minujín, Alfonso González Lesca, Camila Peralta. Estreno: 4 de septiembre. En cines.

Minujín y el factor decisivo: los guiones

En los últimos años, Juan Minujín se consolidó como uno de los actores más destacados del panorama argentino, alternando cine y televisión con enorme reconocimiento. En 2022 brilló en El suplente, de Diego Lerman, y tuvo una participación fundamental en la serie El marginal, uno de los fenómenos televisivos más importantes de la región. Recientemente destacó como Guillermo Coppola en la miniserie Coppola, el representante, que ya tiene confirmada una segunda temporada.
También asumió un desafío mayúsculo al interpretar al papa Francisco en su juventud en la producción internacional Los dos papas, un papel que reafirmó su proyección global y lo colocó en el radar de la industria más allá de las fronteras locales. Ese mismo camino lo llevó a trabajar bajo la dirección de Angelina Jolie en Without Blood, filmada en Italia, donde compartió set con Salma Hayek y Demián Bichir.

–Trabajás mucho, tanto en producciones más independientes como en otras más comerciales, como En el barro, que se acaba de estrenar en Netflix. ¿Cómo elegís los proyectos?
–En general, lo que más me guía es el guion. Si no me emociona, no me interpela por algún lado, más allá de que el elenco y el director sean bárbaros, no me puedo engañar a mí mismo. Por el contrario, si encuentro materiales que me gustan mucho, aunque no conozca al director o a la directora, me la juego. No sé si es la forma más sabia de elegir, pero es la que me funciona. Necesito vincularme emocionalmente con el material.



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