El «Grito de Ocumazo» nació al calor de la ofensiva neoliberal de la década del 90, que había empujado a la organización y a la lucha a decenas de comunidades campesinas e indígenas. De a poco, esas experiencias de base se fueron dando a conocer, en un principio, con sus identidades provinciales: el Movimiento Campesino, de Córdoba; la Red Puna, en Jujuy; la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra, en Mendoza, y el Mocase, en Santiago del Estero, fueron las que alcanzaron más notoriedad.
«En el caso de Jujuy, veníamos luchando por la entrega de títulos comunitarios que el Estado provincial no quería reconocer. Por eso, unificamos la lucha bajo la bandera común de la reforma agraria», recuerda en diálogo con Tiempo Rural César Llanes, que en aquel entonces era un productor de Ocumazo y con el tiempo fue convirtiéndose en uno de los referentes de la Red Puna.
En Santiago del Estero, el Mocase –la más antigua de esta generación de organizaciones– combinó las luchas territoriales con el impulso a una Universidad Campesina, entre otras iniciativas que le dieron arraigo y se reprodujeron en las demás organizaciones hermanas. Luchas por el agua, el bosque nativo, la soberanía alimentaria, el trabajo digno, las semillas y los derechos campesinos se multiplicaron y definieron puntos en común más allá de cada geografía particular.
Grito de Ocumazo y nacimiento del MNCI

El proceso derivó, en 2005, en la necesidad de conformar una organización nacional. «Fue el fin de semana del 13 de agosto, estaba previsto un encuentro acá en Ocumazo, donde tenemos un fuerte arraigo cultural», rememora Llanes.
«Al finalizar la jornada, como parte de los homenajes a la Madre Tierra, que es en agosto, decidimos sellar la unidad del naciente movimiento con lo que pasó a conocerse como el ‘Grito de Ocumazo’, que fue el acto fundador del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI)», agrega.
La situación económica que había dejado la ofensiva neoliberal no venía siendo favorable: «La expansión del capital financiero en la agricultura provocó un fuerte deterioro de la Federación Agraria Argentina, organización heredera del gremialismo agrario, debilitada por la dictadura militar y por la transformación de muchos de sus productores en agroempresarios», analiza Diego Montón, de Mendoza, otro de los referentes que estuvo presente en aquel hito fundacional de Ocumazo.
«Ese escenario se agravó con la expansión de la soja sobre territorios campesinos y bosques nativos, generando mayor conflictividad agraria a través de desalojos violentos e incendios. La resistencia inicial se manifestó en acciones provinciales, pero encontró eco en un contexto continental de luchas, desde el zapatismo mexicano hasta los sin tierra brasileños», agrega.
A partir de entonces, el MNCI comenzó a ganar presencia como representación de los pequeños y medianos productores, las familias campesinas y las comunidades originarias en el país y también a nivel internacional, al vincularse con la Vía Campesina. Un aporte de peso a esas luchas campesinas lo constituyó el movimiento estudiantil, particularmente la Federación Argentina de Estudiantes de Agronomía (FAEA).
Desde su inicio en Ocumazo, técnicos y militantes se sumaron al andar de las comunidades, reforzando la proyección política del MNCI.
En el transcurso de las dos décadas de existencia, el MNCI padeció una división, como sucedió con muchas otras organizaciones populares. De los movimientos provinciales fundacionales, los colectivos de Mendoza, Córdoba y Jujuy, entre otros, se mantienen unidos y sumaron a la sigla inicial «Somos Tierra«; los santiagueños y otras organizaciones, por su parte, adoptaron otro camino, manteniendo también la sigla original.

«Para alimentar a los pueblos»
A mediados de agosto de este año, en coincidencia con el aniversario de aquel Grito fundacional, el MNCI – Somos Tierra realizó un Encuentro Nacional que llevó por lema “Organizar, cuidar y luchar para alimentar a los pueblos”, tal como informó este diario. Allí delegados y delegadas de todo el país abordaron la difícil realidad del sector y se trazaron las líneas de acción en defensa de los derechos campesinos, la agroecología y la soberanía alimentaria.
En la actualidad, el MNCI – Somos Tierra está integrado por diversas organizaciones de base como el Movimiento Campesino de Córdoba (MCC), la Unión de Trabajadores Rurales Sin Tierra (UST) de Mendoza, la Red Puna de Jujuy, la Mesa Campesina del Norte Neuquino; la Unión de Productores Caprinos (Uproc) de San Luis y otros colectivos de familias productoras en San Juan y Misiones. Desde 2021 el MNCI-ST integra la Mesa Agroalimentaria Argentina (MAA) junto a la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), FECOFE, Bases Federadas y la Federación de Organizaciones Nucleadas de la Agricultura Familiar (FONAF).
Se trata de una articulación nacional identificada como “El otro campo”, en contraste con las entidades de la Mesa de Enlace, que se muestra como representación del “campo” aunque expresa solamente a los exponentes más concentrados del sector. La MAA, por el contrario, se referencia con la consigna “el campo que alimenta”, y toma como banderas la defensa de las economías regionales y la soberanía alimentaria.