La Chicana vuelve a mirarse en el espejo de sus raíces. En un gesto que es a la vez celebración y desafío, Acho Estol y Dolores Solá eligieron escapar del estudio para registrar, en una casona histórica de Mendoza, la intensidad de una noche única. Así nació La Chicana en vivo – Puro tango, un disco que condensa la mística de veintiocho años de trayectoria y que, lejos de la solemnidad, se propone como un ritual festivo.
Grabado durante una presentación especial en Misia Antoñita, la Casa Guevara —parte del patrimonio histórico de Mendoza—, el álbum llegará el jueves 25 de este mes a las plataformas. También habrá algunas copias en formato físico, a la venta en las presentaciones programadas para los tres sábados de octubre en el Tasso, epicentro tanguero de San Telmo. Es una especie de autohomenaje, un volver a las raíces y, más que nada, una celebración. Y en los tiempos que corren, no es poco.
“Era una asignatura pendiente. Nos debíamos este disco porque, aunque toda la vida estuvimos alrededor de los límites del tango, nunca habíamos hecho algo con dedicación exclusiva al género, algo de puro tango. Fue muy divertido: hacerlo en Mendoza fue una aventura genial, entre vino y amigos. Queremos tocarlo ahora para celebrar, para contagiar esa mística.
El disco salió especial, es como el retrato de una noche muy especial”, comenta Estol, que junto a Dolores Solá reinventa algunos clásicos de La Chicana —“Juguete rabioso”, “Revolución o picnic”, “Milonga de los perros”, “Nos tenemos que ir”, “Pescado fresco”— junto a temas más recientes como “Bailarina rota” y “Fósil”. La idea estaba en la cabeza hace tiempo, pero la pandemia y dos discos de estudio la habían postergado. El álbum en vivo tenía que estar.

“Después de dos discos de estudio estaba bueno sacar este en vivo. Queríamos hacerlo en un lugar especial, en circunstancias especiales, entonces fuimos a Mendoza y buscamos músicos de allá. Preparamos todo para grabar y filmar videos. Fue una noche única, con apenas 50 entradas para un público reducido».
«Elegimos un repertorio dentro del universo más tanguero de La Chicana. Muchos tangos quedaron afuera, pero la idea era retomar la raíz de nuestro estilo con tango, milonga y vals”, admite Solá. Que sea en vivo le dio otra impronta, marcada por la interacción con el público. “Además, nunca habíamos hecho un disco en vivo. Solo teníamos el DVD en el Ateneo hace unos años, pero nada más. Era una asignatura pendiente”, afirma la cantante.
Estol agrega: “Fue un desafío porque, a lo largo de los años, cambió nuestro sonido. En este caso la clave fue incorporar mucho piano, que le da un aire grandilocuente, combinado con guitarra, bandoneón, violín y voz. Como siempre, priorizamos una búsqueda interior frente a la realidad del mundo. Tenemos una estética y una ideología filosófica mucho más rock, pero en este caso la tradujimos en tango”.
Después de tantos años, la dinámica creativa entre ambos sigue siendo natural y nunca forzada. “Estuvimos en todos los detalles, logísticos y técnicos, además de lo creativo, para darle otro aire a canciones que ya habíamos tocado mucho. Cuando un trabajo intenso sale bien, la alegría es enorme. De alguna manera mostramos nuestra actualidad como banda y el sonido que fuimos puliendo con los años. Son canciones que no nos han cansado, que nos encanta volver a tocar. Es como un reencuentro”, comenta Solá.
Sobre el panorama del tango, ambos tienen opiniones críticas. Estol lo plantea así: “Está difícil, porque si géneros como el rock ya parecen agotados y los nuevos géneros juveniles son efectistas, con mucha imagen y poca poética, competir contra eso es complejo. Hay una cierta solemnidad en el folklore y el tango, una seriedad que quizá juega en contra del marketing».
«Pero hay lugares: yo salgo mucho a escuchar música y los encuentro, aunque falta público y falta apoyo del Estado. Tratándose del tango y el folklore, por ejemplo, debería haber más promoción para nuestros músicos populares. De lo contrario, lo que interesa son solo los circuitos for export, que son tres. Pero no se puede vivir de lo tradicional como si fuera un museo: hay que incentivar a los jóvenes que estudian tango y tienen proyectos propios”.
Solá, en cambio, subraya la importancia de resistir. “Veo muchas propuestas con identidad propia. Hace algunos años había clones. Creo que con La Chicana fuimos punta de lanza: abrimos el permiso para experimentar, para tocar con cualquier instrumento y hacer tu propio tango. Nuevas generaciones recogieron ese guante, por suerte. Pero faltan lugares que armen un circuito. El tango sigue siendo música de culto, con un público reducido, pero hay que alentar a que surjan más espacios, con curaduría, como en el Tasso».
«El contexto no es favorable, no hay apoyo. Debería haber más programas de radio, por ejemplo. Trascender lleva tiempo, pero si se sostiene el impulso, en algunos años puede cambiar. Porque ahora sí hay oferta de grupos, y todo avanza. Ojalá podamos armar algo interesante. Los que amamos esto lo deseamos, no solo por nosotros que ya tenemos un camino, sino también por quienes recién empiezan”.

Para Solá, La Chicana es un referente: “No es algo que pensemos en lo cotidiano, pero sí. Mezclamos con otros géneros desde el principio, usamos instrumentos poco habituales en el tango y eso cambió el panorama. Tal vez los más jóvenes no nos registran tanto por una cuestión generacional, pero muchos sí. Y se animan porque entienden que este es el camino. Nunca hemos proyectado demasiado hacia adelante, siempre hicimos lo que nos gustaba”. Estol coincide: “Con intensidad y pasión. Eso pudo marcar un estilo y dejar huella”.
En estos días previos a los shows en San Telmo, Solá se concentra en cuidar su instrumento: la voz. “Como cantante, todo te afecta: si dormiste mal, si te contracturaste, todo repercute. Cada tanto me gusta volver a estudiar para chequear el estado de mi voz. El instrumento aprende los caminos de cada canción: cuanto más la cantás, más se afianza. En cambio, los temas nuevos son más difíciles porque todavía no están incorporados. No soy obsesiva de la voz, me importa más la expresividad que la perfección técnica. El ensayo ayuda a plantarse en un lugar donde la técnica sostiene y permite disfrutar. Y eso es fundamental”.
Estol, por su parte, reconoce que su proceso creativo combina azar y método: “Las ideas surgen de forma accidental, en cualquier momento, pero para escribir soy metódico. Aprendí así. Soy desordenado, y con el tiempo entendí que para trabajar había que ordenar. Igual, esto no es una oficina: todo se mueve por energía y ganas”. La química de la dupla es innegable. Solá lo resume: “Nos conocemos mucho, compartimos un montón, pero cada uno tiene su especificidad. Eso evita la monotonía. En el escenario se nota”.
La Chicana en vivo
Integran el grupo Acho Estol (dirección, guitarra y coros), Dolores Solá (voz), Alejandro Montaldo (bandoneón), Agustín Barbieri (percusión), Josué Geredús (piano), Gonza Lesta (violín) y Facu Ponce (contrabajo). Se presentarán los sábados 4, 11 y 18 de octubre a las 22 en el Torquato Tasso, Defensa 1575.