“Hemos sacado a 2,5 millones de chicos de la pobreza”. Autor de la frase: el presidente Javier Milei. El lugar: la Sociedad Rural Argentina. El momento: el 26 de julio último, hace tres semanas. La llegada del Día de las Infancias pone sobre la mesa la situación que atraviesan las niñeces en la Argentina.
Milei se jacta de un logro sobre sí mismo: la pobreza infantil, en cifras oficiales, llegó al 67,3% en el primer semestre de 2024 (con 27,3% de indigencia), período en el que impactan de lleno las políticas de Milei. Luego bajó a una cifra que se encuentra lejos de lo festejable: 52,7% de pobreza monetaria (chicos que viven en hogares cuyos ingresos no alcanzan para cubrir la canasta básica total), según los números del Indec.
“Los números oficiales dan cerca de 7 millones de niños y niñas pobres y el 12,3% indigentes”, le indica a Tiempo Agustina Haimovich, investigadora del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP). “El índice es menor al del primer semestre de 2024 porque en ese período existió un salto muy fuerte de la pobreza, generado por las medidas que implementó el gobierno libertario al asumir: una megadevaluación en diciembre de 2023, una liberalización de precios y un ajuste fiscal muy fuerte. Siempre sucede cuando hay un ajuste o un shock de esas características que la pobreza da un salto y después baja por el acomodamiento de las variables”.
Haimovich también marca que este índice de pobreza infantil es más bajo que el último año del gobierno de Fernández-Massa, cuando hubo una “aceleración inflacionaria” muy fuerte. Asimismo, cuestiona la actual desaceleración del aumento de los precios en tanto está dada por una apreciación del tipo de cambio, basada en el endeudamiento con el Fondo Monetario, algo que tiene límites.
Hay otros datos que auguran un deterioro en las condiciones sociales de las infancias. El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina publicó en julio que la inseguridad alimentaria, definida como “la falta de acceso regular a alimentos suficientes, seguros y nutritivos”, se encuentra en alza desde hace 14 años y llegó al 35,5% de los niños y las niñas en 2024, con más del 16% afectados en forma severa. Subió del 32,2% de 2023. La cifra se acerca a la registrada en 2020, en plena pandemia, cuando fue del 37 por ciento. La pobreza extrema en las niñeces (que indica no sólo falta de acceso a alimentos sino también a la salud y la educación), alcanza a 1.400.000 menores, señaló la investigadora Ianina Tuñón, del Observatorio de la Deuda Social en junio pasado.
Haimovich destaca otros aspectos de la pobreza como el peso y la estatura. “Ambos siguen siendo un problema entre la población menor a cuatro años de los quintiles de ingresos más bajos. Los últimos datos indican que hay una prevalencia de baja talla de 14,7%”, asegura.
Más allá de los precios, hay otros elementos del ajuste de Milei que golpean a las infancias. Plantea Haimovich: “La asistencia que brindaban los comedores, y el acceso a la educación y a la salud pública, son todos rubros que fueron muy desfinanciados por la política de ajuste fiscal de este gobierno. El recorte en el gasto público que se dio en este primer semestre de 2025 respecto al año 2023, fue del 30%, donde el gasto social se recortó un 20 por ciento. Tenemos funciones totalmente desfinanciadas y programas paralizados. Agua potable y alcantarillado se recortó un 96%, Vivienda y Urbanismo, también un 98,5%, el Fondo de Integración Sociourbana está completamente paralizado y era un programa que permitía realizar obras de infraestructura básica en los barrios populares. Educación y Cultura tuvo un recorte del 46 por ciento. El gasto destinado a comedores se recortó un 74%, es decir, todas funciones que tienen que ver con el bienestar de las familias y con el acceso a necesidades básicas. El gasto total dirigido a niñez fue recortado durante 2024 en un 18% y en 2025 se siguió profundizando ese ajuste. Hay programas que también se vieron interrumpidos como Conectar Igualdad, cuando tenemos un 40% de niños y niñas sin computadora en su hogar. También hay un freno en la obra pública, en el fortalecimiento edilicio de jardines, infraestructura y equipamiento de educación, en los recortes en programas de salud, también en el plan de prevención contra el embarazo no intencional en la adolescencia. Las políticas dirigidas a la niñez por parte de esta gestión están siendo completamente desfinanciadas con la única excepción de la AUH”. La investigadora también menciona el congelamiento de la Beca Progresar y el Potenciar Trabajo.
Esto tiene consecuencias significativas. Comenta Haimovich: “Cerca del 29% de los chicos viven en viviendas con materiales insuficientes, tenemos cerca del 36% de los chicos con hacinamiento, crítico o moderado. Casi un 20% están viviendo con un saneamiento inadecuado. Hay 20% de los chicos que se encuentran en una tenencia insegura de la vivienda en la que habitan. Estas condiciones se mantienen estables, responden a la pobreza estructural e incluso pueden deteriorarse”.
Haimovich piensa que no hay indicios para pensar que la pobreza en general vaya a bajar más allá de lo ya dicho El desfinanciamiento de los programas sociales continúa, los números de empleo no muestran cifras superadoras. Menciona que hay que esperar al informe de septiembre del Indec, que se publica semestralmente dado que en los trimestres impares impacta el aguinaldo y en los otros no. “Vemos cuestiones alarmantes”, concluye. «
El dato
Martín Rozada, especialista de la Universidad Di Tella, señaló esta semana que la pobreza general se encontraba en el 31,1% para el semestre febrero-julio de 2025, mientras que para julio previó un nivel del 29,6%. Explicó que la causa es que los ingresos de las familias crecieron más rápido que la suba de los precios internos.