Durante mucho tiempo, Hugo Crexell calló la historia que le había contado su padre: “Perón me agarró de las manos y me dijo: salvame”, repetía, casi como en misa, en las sobremesas familiares de los domingos. Pero en los años 80 y 90, en plena primaria y secundaria, “no estaba muy bien decir: mi papá es peronista”. De eso se dio cuenta después de “algunos encuentros en el patio del colegio”, donde relató la anécdota paterna.
“A mí me parecía que estaba rebueno, era un acto heroico haberse subido a un avión y haber bombardeado para defender el gobierno de Perón. Me acuerdo también de haber recibido la frialdad ante la anécdota y haberme sentido avergonzado. ‘Tu papá era peronista, entonces estaba a favor de un dictador’, me decían. Y a mí eso un poco me generó distancia, por lo cual me lo terminé guardando”, recuerda.
La situación cambió diez años atrás, cuando en una mesa de saldos de la Avenida Corrientes Crexell encontró el libro de Isidoro Ruiz Moreno, La revolución del ’55. Curioso, fue al índice a buscar el nombre de su papá. “Encontré un montón de entradas, me compré el libro y hallé un padre que había participado en un momento bisagra del país, pero sentía que la historia me quedaba demasiado grande”.
Ese momento fue el golpe de septiembre de 1955 que derrocó al presidente Juan Domingo Perón, de donde surge la frase repetida en los domingos familiares. Crexell, aviador naval, había recibido la orden de Perón de “limpiar” la zona de la Escuela Naval Militar Río Santiago, donde él mismo se había formado. “En 2017 nos cruzamos con Paula Tagliabue -que se convirtió en productora ejecutiva-, que es ensenadense, socióloga, y le conté un poco mi historia. ‘No tengo registro de esto que me estás contando’, me dijo. Ahí empezó una investigación, que primero fue familiar”.

Pero no hay historia privada sin historia colectiva. Así, con el tiempo, Ensenada ‘55 tomó forma como un relato coral para dar cuenta de uno de los episodios acallados por la historia oficial: la resistencia política y armada de varios militares y civiles en defensa del gobierno constitucional de Perón.
“En Ensenada todavía es una herida abierta. Porque está silenciado, nadie se ocupó del tema; los libros y los historiadores nunca lo investigaron del todo. Ahí nos pareció bueno empezar a hacer la investigación en el territorio. Y nos encontramos con el Flaco Ortiz, que iba a ser protagonista de la película, que venía investigando hacía años. Ahí encontramos el hilo dramático. Éramos dos hijos: uno era el hijo del que tiró la bomba, y el otro el hijo del bombardeado que había perdido su vida salvándolo a él”.
Historia colectiva que deja secuelas en los individuos; en términos del film, esquirlas que afectan la vida cotidiana. “Él se sintió un poco defraudado por Perón. Lo siguió en órdenes y en su corazón, pero después se fue en la cañonera rumbo a Paraguay y a mi viejo lo expulsaron de las Fuerzas Armadas, nunca pudo volver a volar un avión. Para él, Perón no fue lo suficientemente valiente. No sé si fue producto de esa desazón que le causó haber dado la vida por Perón y que él finalmente se rindiera”.

Ensenada ‘55 es una película peronista: construye emoción y afecto a partir de la materialidad. Innumerables objetos de todo tipo y tamaño aparecen para darle sentido profundo a los relatos: desde un escudo justicialista del Club del 45 hasta un pedazo de hormigón que guarda el testimonio de las esquirlas de las bombas (que el Flaco Ortiz y Crexell tocan con emoción) y un chapón de lo que fue la Fragata Libertad, también dañado en los enfrentamientos.
“Yo ya no tenía a mi papá (murió en 2003), el Flaco tampoco, entonces nos quedaban las huellas de todo eso. Fue un laburo de buscarlas, de encontrar objetos, y eso fue lo que destrabó. Fue como el objeto dramatúrgico que empieza a hacer sentido a partir del fragmento. Y a partir de ahí se convirtió en una búsqueda más consciente. Porque no sabía bien cómo representar a mi papá, no tenía imágenes de él, que después hallé en el legajo de la Armada”, explica.
“Son las huellas que marcan que ese hecho existió y que es irrefutable. El cine es recurrir todo el tiempo a esa materialidad; sin eso no hay nada. Te quedás como el personaje Hugo al principio del documental, que googlea y se conforma con un portal de noticias: ahí no habría película. No habría narrativa, no habría diálogo. Es algo que leíste, te lo creíste y así estamos”, añade.
Resulta llamativa -pese a que sigue apareciendo periódicamente- la cantidad de hechos del peronismo que tantos se ocuparon de ocultar durante décadas. En este caso, los enfrentamientos armados en Ensenada para resistir el golpe a Perón. “Se quiso mostrar que el gobierno peronista había caído por su propio peso, que fue un golpe incruento”.
“En la historiografía oficial nunca se habla de los ocho días de combate que no solo fueron en Ensenada: hubo combates en Córdoba, Bahía Blanca, Rosario. Se quiso mostrar que ‘el Tirano’ había caído por su propio desgaste, cuando en realidad lo que vemos es que hubo un montón de apoyo dentro de las Fuerzas Armadas. La Policía era toda leal. Y sobre todo, el pueblo estaba listo para agarrar las armas”, relata.
“El que decidió por el tiempo antes que por la sangre fue Perón. Fue una especie de guerra civil. Y si sos el adalid de la libertad, no podés contar que llegaste al poder producto de bombardeos sobre poblaciones civiles. Mejor decimos que Perón había caído porque ya era hora de cambiar el régimen, ya nos debíamos un cambio”.
Hugo -que reivindica el apoyo estatal de Nación, Provincia y Ensenada, sin el cual la película no hubiera podido realizarse- tenía una diferencia generacional importante con su padre. Es el único hijo del segundo matrimonio de ambos progenitores, que ya tenían hijos de parejas anteriores. “Soy el más chiquito. Hasta grande nunca me había preguntado por qué mi papá le contaba a un chico de 9 o 10 años cómo había tirado bombas sobre la Escuela Naval, donde había estudiado. Él era un poco el capitán que contaba las historias y nadie le hacía repreguntas”.
Ensenada ‘55
Guión: Hugo Crexell y la colaboración de Mónica Salerno.Estreno en Cine Gaumont viernes 19 de septiembre.