Traidor es un unipersonal escrito, dirigido e interpretado por Daniel Panaro. Pero durante diez años estuvo “en un cajón” con el mérito nada menor de ser la obra ganadora del Primer Premio Nacional de Dramaturgia del Fondo Nacional de las Artes 2013. “Creí que con el premio iba a haber cientos de interesados en hacerla, pero no”, recuerda Panaro sin pena ni especulación de cualquier tipo la falta de interés por la obra que, asegura, la escribió “con Pompeyo (Audivert) en la cabeza”.
Así que, una década más tarde, “pandemia mediante y otras circunstancias más personales” inició intentos para “armar algún proyecto de algún tipo con la intención de que la estrenara alguien, la dirigiera alguien” y él fuera uno más de los invitados al estreno. Pero la expectativa volvió a fallar. “
¿Por qué no lo hacés vos?”, lo espoleó Audivert cuando le pidió contactos con “actores que la pudieran hacer”. Así fue que Panaro, hombre que se había ganado la vida en la publicidad, luego de años de pareja se había separado y “hacía mucho tiempo que no hacía teatro”, se decidió a montar una puesta e interpretar a un personaje que se hizo conocer como El Loco o La Ira de Dios: Lope de Aguirre.

Acaso como Aguirre, sin saberlo, Panaro (que se había formado con Roberto Durán y no estaba cerca del teatro) se encontraba ante su propio ahora o nunca. “Desde la adolescencia siempre me interesó todo este tema de América, del descubrimiento; he leído mucho sobre Colón, sobre Hernán Cortés, apenas pude me fui a Cuzco, Machu Picchu, Xochihuacan a conocer todo ese mundo. Ese encuentro de dos culturas tan disímiles que de repente se ven obligadas a interactuar, tipos que eran muy crueles y que venían de un lugar donde la crueldad era pan de todos los días.
Ahora es fácil: todos sabemos que en el Amazonas no hay dragones, pero en esa época no, y los tipos venían igual”, racconta una inquietud que convirtió en arte. “Bolívar dice que Lope de Aguirre es el primer grito de libertad de América. Le declaró la guerra a España. Le dice a Felipe II: Vos no pusiste tu cuerpo y tu sangre para ser el dueño de estas tierras, yo sí. Siempre me intrigó cómo eran esos tipos.”
Así convierte a su pieza en un relato sobre un tiempo cruel que puede no ser tan distinto a los que le sucedieron, incluido el actual. Que el arte recrea trabajando con extremos que producen el impacto necesario para provocar la reflexión. “Mata a la hija para que no la violen, y por otro lado le manda cartas a Felipe donde lo desafía a pelear. Los estadounidenses, con una cosa mucho más pequeñita, armaron la conquista del oeste. Acá se mezclaron, hay mestizos. No fue simplemente ‘te pego un tiro y te saco la tierra’, acá fue una cosa más densa. Ese intento de salvarlos, de cristianizarlos.”
Intención que parece vigente en eso del “gusto” por “cagar en balde”. “Sí, sí, hay todo un mundo por ese lado. Pero en Ciudad de México está la Plaza de las Tres Culturas: hay un barrio moderno, una iglesia medieval y fue el lugar donde atraparon al primo de Moctezuma, que fue el último en dirigir la resistencia contra Cortés. Y hay una placa que dice que en 1521 (el 13 de agosto) fue apresado Cuauhtémoc, el último bastión de la resistencia azteca: ‘No fue triunfo ni derrota. Fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo. Que es el México de hoy’. A mí me parece que el reflejo de esas peleas es interesante ponerlas en escena.”

A los amigos que, tras la sugerencia de Audivert, invitó para hacer las primeras y tímidas pasadas leyendo el texto ganador del Premio Nacional de las Artes, también. “Leía el texto acompañado de algún movimiento escénico.” No recibió la clásica palmadita en la espalda “de compromiso”, de esas que “se hacen para salir del paso y no decir lo que en verdad se piensa”. Así que invitó a más, cada vez menos amigos hasta llegar a los ya no conocidos y ver que la cosa funcionaba. Era hora de hacer la puesta en escena como Dios, o su ira, mandaba.
Como todo arte es contemporáneo, Traidor responde a un tiempo, que en verdad fueron dos. Uno, el que llevó a Panaro a escribirla; el otro, a representarla. “Por afuera de mí creo que el mundo es el mismo de cuando la escribí. No ha habido, en lo que contiene, grandes cambios. Lo que sí cambió fue mi situación personal», dice Panaro.
«Por un lado, la pandemia; me divorcié, me jubilé (de la publicidad), tuve que encontrar otra cosa para hacer en mi vida. Es una especie de hueco que te empieza a aparecer, que no es muy consciente, pero es que hay algo para hacer que vos no estás haciendo. También el hecho de ponerte viejo, de ponerte grande, de que se te van acortando los tiempos. No todo es posible dentro de dos años. La diferencia entre el autor y el actor y director creo que es más una situación de circunstancias personales. De tratar de dejar alguna impronta en esto que somos.”
“A Aguirre no le dieron a elegir: ¿querés ser democrático o preferís ser un asesino?”, compara su vida como publicitario agradecido por todo lo que le permitió conocer, viajar y le dio para vivir, frente a su vertiente artística.
“Eras el hijo segundón de una familia noble, el que heredaba todo era el hermano mayor, había que salir a buscarse la vida, podías ser soldado o cura, él eligió ser soldado. Hay momentos que me pasa como si no la hubiera escrito yo la obra: mirá las cosas que decía este tipo, como que me olvido que se las puse yo en la boca”, completa una mímesis que puede ser de una intimidad singular, pero que no por eso obsta para que Traidor se nos parezca más de lo que somos capaces de imaginar.
-¿Y vos qué tipo de locura compartís con Aguirre?
-En principio la sensación de que el mundo no está hecho. Lo estamos haciendo. Esa certeza que tenían (él, Cortés, Colón) en la potencia de las personas, más allá de que creían que Dios era el factótum de todas las cosas. Esa fe en que el hombre es la medida de todas las cosas. Macbeth dice: me atrevo a todo lo que un hombre se atreve. Hoy daría la sensación de que hay una renuncia a la iniciativa propia, una especie de sueño de que venga alguien y te solucione la vida.
Traidor
Dramaturgia, dirección y actuación: Daniel Panaro. Estreno: viernes 3 de octubre a las 22.
Funciones: viernes a las 22 en Belisario Club de Cultura, Av. Corrientes 1624, CABA.