No importa si lo escuchan quince personas en un espacio íntimo o miles en un gran teatro de algún país del mundo. A sus 76 años, Juan Falú lo único que quiere es compartir su música con quien quiera oírlo. Por eso no rechaza ninguna invitación a tocar. El formato es siempre el mismo: él y su guitarra. A veces le suma el canto. Otras, veces forma dúos. El que más lo hizo viajar últimamente es el que integró con la española Silvia Pérez Cruz.
Lo más importante para Falú es mantener viva la memoria cultural. Y a esa misión le pone el cuerpo y la palabra. También como gestor cultural: hace 31 años creó el Festival Guitarras del Mundo, único en su tipo, que en la edición 2025 se desarrolla en distintas sedes del país hasta el 5 de octubre.
-Estudiaste Psicología. Si no te hubieras dedicado a la guitarra, ¿hubieras sido un buen psicólogo?
-Pienso que me hubiera llevado un tiempo aprender a ser un buen psicólogo. De entrada, no. Con el tiempo, sí. Con la experiencia y más formación.
-¿Hacés terapia?
-Hago terapia con una analista freudiana. Psicoanalista.

-Siempre estuviste muy comprometido políticamente y lo seguís estando. ¿Qué es lo que te moviliza?
-Me parece que cuando uno asume el compromiso político por unas banderas, eso se mantiene a lo largo de la vida. O sea, lo que se mantiene son las banderas. Y mientras haya banderas, hay un compromiso político.
-Tu familia estuvo atravesada por el secuestro y la desaparición de tu hermano Lucho. ¿Cómo fue que tu mamá esperó hasta que identificaran sus restos?
-Ahí hay una mezcla de hipótesis y de realidad. Ella tenía 99 y estaba cerca de cumplir los 100 años. Estaba en un estado de gran fragilidad. Y cuando se identificaron los restos, yo le avisé. Al día siguiente se fue. La hipótesis es que estaba esperando esa noticia.

-¿Qué sentiste en ese momento?
-Que podía ocurrir eso. Era una madre con 99 años y 40 años de espera, que tenía derecho a conocer esa noticia y saber que su hijo podía ser despedido.
-Ustedes son muchos hermanos. ¿Cómo los atravesó esta vivencia?
-De algún modo, el secuestro y la desaparición de Lucho fue un factor desencadenante del exilio de otros tres hermanos. No digo que fue la causa, sí un desencadenante, que se sumaba a los compromisos de militancia que teníamos mi hermana Ana, mi hermana Liliana y yo. Y nos fuimos al exilio. El que quedó aguantó todo el chubasco de la dictadura y la angustia de mis viejos fue mi hermano Ricardo, que falleció hace unos años. Es una familia marcada como todas las que tienen desaparecidos. Marcada por esa extraña sensación no solo de no saber, sino de no poder despedir a un ser querido. Vivimos como un duelo permanente.

-¿Qué es lo que más le echás en cara a este gobierno?
-A Milei ni siquiera le cabe la calificación de traición a la patria, porque no tiene patria. Padecemos un gobierno apátrida. Eso es algo horrible, porque de alguna manera en algunos sectores de la población se puede verificar lo mismo. No les interesa la patria. Eso, y que la venda.
-¿Por qué la Argentina es un país tan guitarrero?
-Para mí, cuando la guitarra se pudo amigar con la poesía empezó a tocarse mucho y a ser amada. Entonces la guitarra renace como una compañera que acompaña ese canto y esa poesía. Después se la empieza a tocar ya a un nivel extraordinario. Pero creo que, de alguna manera, es mensajera de los caminos de la patria.

-¿Qué es lo mejor del Festival Guitarras del Mundo?
-Que se celebra la guitarra más que al guitarrista.
-¿Cómo se fueron abriendo camino las mujeres en la programación de Guitarras del Mundo?
-Podría suponerse que es por la presión que significa la sanción de leyes, como la de cupo, que tienen que ver con las reivindicaciones del movimiento feminista y que fue una gesta extraordinaria. Pero lo cierto es que nunca hubo una marginación de la mujer guitarrista en Guitarras del Mundo. Más bien lo que hubo es un aumento de la población guitarrística femenina.
-¿Qué es lo más lindo de ser guitarrista y girar por el país y por el mundo?
-Lo más lindo de girar por el mundo es mostrar mi país a través de la música y lo más lindo de girar por mi país es sentir el abrazo colectivo en torno a la canción que representa una memoria cultural.

-¿Tanta gira te deja tiempo para leer?
-Soy un lector desprolijo. Por ejemplo, tengo Zama, de Antonio Di Benedetto, pero a medio leer. Tengo Ladrilleros, de Selva Almada. Y tengo Una música, de Hernán Ronsino. Esos son los tres últimos que estoy leyendo. Soy desprolijo porque no me pongo con un libro de principio a fin, sino que hago lo mismo que con la guitarra: compongo un tema, lo dejo a la mitad, veo otro. Es un modo de ser. Mi neurosis.
-Me dijeron que sos muy buen cocinero. ¿Qué es lo que más te gusta cocinar?
-Me reivindico buen cocinero en el locro y en comidas árabes. Tengo fama de hacer buenas empanadas, pero yo reconozco que las empanadas y los tamales siempre son de resultado imprevisible. Depende del horno, de la masa. El relleno, todo bien, uno ya sabe cómo es. Pero creo que tengo más fama que virtudes. «

Ping pong con Juan Falú