«Les deseo a los bonaerenses 25 % de inflación, desabastecimiento, más desnutrición infantil, así la próxima aprenden a votar«, publicó textual en X el empresario mileista Lucas Salim, tras el triunfo del peronismo en las elecciones provinciales. Lo que quizás no sepa o no le importe al desarrollista urbano cordobés es que los mayores focos de desnutrición del país se encuentran en el NEA y NOA, y que en los barrios populares porteños la malnutrición infantil supera a la nacional, del mismo modo que la inflación es más alta que en el promedio del país.
Sin entrar a valorar la calaña de su anhelo, aunque se deduce cuál es su nivel de responsabilidad social empresaria, lo importante es saber qué hace el gobierno provincial frente a los sectores que presentan condiciones de pobreza crónica e inseguridad alimentaria crítica, aún en un contexto de fuerte detracción de transferencia de fondos coparticipables de Nación.
Porque a diferencia del gobierno nacional, que apenas asumió cortó el abastecimiento de alimentos a los comedores comunitarios de todo el país en base a auditorías ficticias, que ahora la ministra de Capital Humano confiesa que en rigor no se hicieron, el gobernador Axel Kicillof y su ministro de Desarrollo de la Comunidad continúan y profundizan el apoyo a los habitantes más vulnerables de su territorio.
Según el Observatorio del Conurbano Bonaerense de la Universidad Nacional de General Sarmiento hubo una reducción del 3,1% en la pobreza en personas de hasta 17 años en el área en el primer trimestre de 2025 respecto al año pasado, ya que se registró una incidencia del 51,3% contra el 54,4% del trimestre previo. Pese a la baja, eso significa que más de la mitad de los niños, niñas y adolescentes que habitan 24 partidos del conurbano provincial son pobres, y el 13,6% indigentes.
El jueves 26, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) publicó los datos de pobreza e indigencia correspondientes al primer semestre del año en 34 aglomerados urbanos de todo el país, los que muestran una fuerte baja pero relativa, porque continúan con la metodología hoy obsoleta de medición de la canasta básica total (CBT) de hace dos décadas.
En cualquier caso, aunque el Gobierno nacional celebra estas cuestionadas estadísticas, que hasta los técnicos del organismo oficial relativizan, los gobernadores e intendentes de todo el país hacen malabares para asistir a sus habitantes más necesitados, con bolsones de alimentos, asistencia a comedores populares y a las cocinas de las escuelas.
Y en el marco de las acciones que impulsa el gobierno bonaerense por ejemplo, para garantizar el acceso a una alimentación de calidad para más de 2,5 millones de estudiantes bonaerenses, la cartera a cargo de Andrés Larroque promueve diversas iniciativas para fortalecer la política alimentaria escolar, que combinan inversión sostenida ($78.898 millones mensuales para el Servicio Alimentario Escolar y el Módulo Extraordinario para la Seguridad Alimentaria), mejora de la infraestructura de los comedores escolares y formación continua de las trabajadoras y trabajadores auxiliares de cocina de las escuelas públicas.
A través del Curso de Gestión y Abordaje Integral del SAE, desde su inicio el Estado bonaerense ya capacitó a más de 18.577 auxiliares de los 135 municipios que tienen a su cargo la preparación de los desayunos, almuerzos y meriendas de los estudiantes. Durante 2025 ya se llevaron adelante 13 cursos en distintos puntos de la provincia y se invirtieron más de $5.300 millones en el plan de equipamiento para comedores y cocinas escolares de más de 5.700 escuelas públicas.
La simulación como respuesta a la realidad

«Sacamos a 12 millones de argentinos de la pobreza, la cual (sic) 5 millones son jóvenes», afirmó el presidente Javier Milei en la inauguración este año de la Rural de Palermo. El informe de UNICEF Argentina sobre el que basa en parte su afirmación, y que publicó en julio en su web el Ministerio de Capital Humano, proyectó para el primer semestre de 2025 una caída de la pobreza infantil de 19 puntos respecto a igual período del año pasado, lo que equivale a 2,4 millones de niños.
Sin embargo, ese número no surge de datos del INDEC sino de una proyección anticipada de la filial local del organismo de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre los datos del año pasado, que adelanta una evolución hasta tanto el organismo oficial publique los nuevos valores consolidados. De hecho, advirtió que la información debe ser leída con cautela, dado que se trata de una técnica de microsimulación estadística.
Según los datos del INDEC del segundo semestre del año pasado, el 52,7% de los menores de 17 años en la Argentina (6,4 millones) se encontraba en situación de pobreza monetaria, es decir que viven en hogares cuyos ingresos no alcanzan para cubrir la canasta básica. De ese universo, el 12,3%, es decir 1,5 millones, estaban en la indigencia.
Ahora, al publicar los valores para el primer semestre de 2025, marca una baja al 46,1% para el mismo rango etario del país, de los que el 10,2% están en situación de indigencia. La baja es del 6,6% y no del 19% como proyectaba UNICEF y alardeaba el presidente. Y el valor de la canasta básica alimentaria (CBA) promedio que mide el INDEC pasó de $131.356,37 en el segundo semestre del 2024 a $148.644,47 en el primero de este año: apenas $12.288 de diferencia, con una inflación acumulada del 15,1% en el período.
Basta mirar los números de la ciudad más rica del país, para ver que más allá de los discutibles números nacionales, la situación de las personas de carne, hueso y alma no está pasando por su mejor momento. En los barrios populares de CABA la malnutrición infantil es del 54,2% y supera ampliamente a la de Nación, resalta un estudio realizado por la Universidad Popular Barrios de Pie, en la segunda mitad del año pasado en 11 barrios de la ciudad.
El Informe sobre Malnutrición en Niños, Niñas y Adolescentes de los barrios populares de CABA estuvo a cargo de Lucía Bianchi, directora de la casa de estudios. “El estudio se realizó sobre el último semestre del 2024 y los datos son extremadamente preocupantes, porque incluso en la Ciudad de Buenos Aires se evidencian cifras más altas que a nivel nacional: nos da una malnutrición del 54,2% cuando el global es de 46,7%”, explicó la dirigente.
La malnutrición del 54,2% en CABA deviene de los niveles de obesidad (28,7%) y de sobrepeso (23,1%). Entre los lactantes (0 a 2 años), el 22,2% presenta malnutrición total y un 9,1% tiene baja talla. Lo que remite a la malnutrición de la madre durante el embarazo y la lactancia.
El informe deja en evidencia que la franja más afectada es la de 6 a 9 años, donde el 58,9% muestra malnutrición y que el presente estado de situación expone profundas desigualdades sociales y una alarmante ausencia de políticas públicas en materia de prevención en salud.
Millones de niñxs con carencias alimentarias
Más allá de las aseveraciones presidenciales sin sustento estadístico, las inexistentes auditorías para suspender políticas públicas de manera inhumana y los malos deseos de algún empresario amigo, el Gobierno nacional tiene otras fuentes para darse cuenta que pobreza, indigencia, inequidad, inseguridad alimentaria y desnutrición infantil no son temas para condenar sino para ocuparse. La inflación contenida ayuda, pero no soluciona el problema de fondo.
Por ejemplo, el último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, que revela que más de 4,3 millones de niños, niñas y adolescentes tuvieron una merma en la cantidad y calidad del consumo de alimentos en 2024, con un 35,5% que sufrió dificultades y un 16,5%, en su forma más grave.
La inseguridad alimentaria, según el estudio, implica la falta de acceso regular a alimentos suficientes, inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales. Esto no sólo afecta la salud física de los niños, sino también su desarrollo cognitivo, físico y emocional, según investigaciones médicas, neurológicas y psicológicas.
Ese informe también señalaba que la asistencia a comedores escolares y comunitarios, así como la entrega de viandas, son las principales ayudas para paliar esta situación, con un 11,1% de los niños y adolescentes beneficiándose de esta asistencia. Sin embargo, la financiación nacional de estos programas se redujo y también la distribución de alimentos en todo el país.
En coincidencia, si se elige a UNICEF como fuente válida de datos, según el organismo fue vital para la reducción de la pobreza extrema en 2024 el aumento en transferencias directas a los beneficiarios de ayuda social (AUH, AUE, Tarjeta Alimentar), aunque advierte que disminuyó el presupuesto en salud y primera infancia.
Sin estos ingresos la tasa de indigencia en el primer semestre del año pasado habría sido 8 puntos más alta y en el segundo 10 puntos más, por eso se estima que más de 1 millón de niños evitaron caer en la indigencia gracias a esta asistencia. Vale recordar que el 1 de septiembre de 2025 la Anses anunció un aumento del 1,9% en la AUH, que llegó a $115.088 en el mes y la Tarjeta Alimentar sin actualización cargó $52.250 por un hijo, $81.936 por dos y $108.062 por tres o más.
Suba de la AUH, baja en salud y becas escolares
En los primeros cinco meses de 2025 el presupuesto de niñez ejecutado por el Gobierno nacional aumentó un 15% en términos reales respecto del ejecutado en igual período del año pasado, y alcanzó a unos $5,4 billones, sobre todo por el crecimiento de las asignaciones destinadas a la niñez (34%).
Pese a este avance, el estudio aclara que los incrementos en 2025 se sustentan en parte en una baja base de comparación, ya que el año pasado el presupuesto para la niñez había caído un 18% en términos reales respecto a 2023, alcanzando $9,25 billones y representando una reducción del 1% en el Presupuesto Nacional y del 0,24% del PBI.
Por otro lado, de enero a mayo de 2025 los fondos destinados a políticas de salud y de fortalecimiento de los servicios de educación y cuidado para la primera infancia disminuyeron. “Entre otras, la asignación de becas escolares cayó un 35%, el presupuesto asignado a salud se contrajo en un 21% y el Plan Nacional de Primera Infancia en un 50%”, concluye el informe.