Weezer debutó en Buenos Aires y la rompió

Weezer debutó en Buenos Aires y la rompió


El mundo es azul como una naranja. Teñido de océano, como en un poema surrealista de Paul Éluar, luce el moderno y frígido estadio Movistar Arena en la noche de miércoles para recibir a los legendarios Weezer. La banda de Los Ángeles visita por primera vez estas pampas desangeladas. Tres décadas esperaron los fans para escuchar en vivo los himnos azulinos -y otras gemas multicolores- paridos por Rivers Cuomo allá lejos en los años noventa. La “W” californiana está de fiesta. Desembarca en el marco del The Voyage to The Blue Planet Tour, celebratorio de su épico debut. La vida en azul.

Los miembros del parnaso rockero alternativo sueltan amarras con “My name is Jonas”. En el campo se desata un infierno encantador. Un periplo sin escalas a los tiempos de descuento del vaquero Bush padre en Gringolandia y también del menemismo duro en estos pagos. De repente, saltás y sentís que volvieron los años noventa con sus sueños y pesadillas americanas. “Workers are going home / Workers are going home”, grita la hinchada laburante en estos tiempos de desempleo libertario nostálgico del menemato.

La venganza de los nerds: Weezer debutó en Buenos Aires y la rompió
Weezer ofreció un show sin fisuras.

Formación ideal muestra el cuarteto, mejor dicho quinteto, sobre las tablas. Al frente el nerd Rivers con stratocaster y correa del rayo que no cesa, sostiene el bajo Scott Shriner, en la segunda viola ataca Brian Bell, al tridente de guitarras se suma el ex batero Patrick Wilson y aporreando los parches esta noche brilla -¡sorpresa!- Josh Freese de los Nine Inch Nails. Equipo de los sueños.

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Rivers Cuomo.

Rock sónico, pop pesado, aura grunge. La deriva de los californianos se pinta de azul, verde, rojo, blanco y radiante en las pantallas según el disco que visitan. Pasan “No One Else”, luego la fumada “Hash Pipe” y al final surfeamos a lo Beach Boys deprimidos con “Surf Wax America”. Con “Undone – The Sweater Song”, el pogo es un film melanco de Spike Jones, directos del video plano secuencia de los perritos que rotó hasta el infinito en los tiempos dorados de la ahora decadente MTV.

El gran clásico de Weezer.

¿Querés más? Los Weezer tiran con toda su batería de hits inoxidables: “Island in The Sun”, sigue el clima veraniego con “Holiday” pero te ocultás de tanto calor “In The Garage”, crónica del under arriba del Río Bravo. Devotos del metal pesado, suman un homenaje bien oscuro, del Álbum Negro de Metallica traen “Enter Sandman”. En vez de cuernitos, las manos se unen en las alturas dibujando la “W”.

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Weezer sonó y conmovió.

Cuomo, egresado con honores de Harvard, es un académico de pocas palabras. Habla cuando canta sus poemas melancos, irónicos, ácidos, dolorosos, amorosos. Recién a mitad del show se despacha con un modesto “Argentina, primera vez, teníamos muchas ganas de venir”. El campo se rinde a sus pies y al toque suena esa oda  sarcástica al frígido y careta “Beverly Hills” angelino. Cuomo reescribe el estribillo y menciona a Buenos Aires al pasar. Ciudad de pobres corazones.

Para el cierre llega primero “Pork and beans”, con mención especial: «Diego Maradona knows the way”; luego «El Scorcho», coreada de principio a fin; y postrera “Say It Ain’t So” con el estadio derrumbándose.

El grand finale es a toda orquesta rockera. “Buddy Holly”, homenaje a la serie Happy Days, se baila hasta el fin de la noche y más allá. Recordando los días felices.

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El Movistar Arena a pleno.



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