Ignacio Bartolone hace cuerpo la obra de Osvaldo Lamborghini

Ignacio Bartolone hace cuerpo la obra de Osvaldo Lamborghini


Hasta el 28 de noviembre en El Galpón de Guevara se puede tener la experiencia de una incursión en la obra de Osvaldo Lamborghini, titulada: Osvaldo Lamborghini obras completas. Primera parte. Y si ya se tuvo una experiencia con Osvaldo, esta es una distinta, hecha a partir de un trabajo de un año y medio de un colectivo para el que uno de los autores clave del canon literario argentino es también un verdadero distinto en la literatura nacional.

Sus fuertes simbolismos sexuales y políticos, su disrupción permanente con el sentido común y con la expectativa media sobre la literatura resultó fundamental para la generación de escritores que irrumpió hacia fines del siglo pasado. Y también para los dramaturgos, si se tiene en cuenta que uno de los horizontes de toda obra literaria es una puesta en escena. 

La escena como vértigo: Ignacio Bartolone hace cuerpo la obra de Osvaldo Lamborghini
El director Ignacio Bartolone llevó a escena la obra de de Lamborghini.

Ignacio Bartolone, director y responsable con Agustina Pérez de la dramaturgia de esta pieza, es egresado de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático, y con la compañía La espada de pasto escribió y dirigió entre otras Piedra sentada, pata corrida (2013), La piel del poema (2015), La madre del desierto (Teatro Nacional Cervantes, 2017) -trilogía que fue publicada bajo el título La espada de pasto por la editorial Rara Avis en 2017-, La obra pública (2021) y El embajador del otro lado (2023).

“La perspectiva de separarla en dos partes tiene que ver con reconocer la incapacidad de maniobra de una obra mayúscula -cuenta Bartolone sobre la aclaración de Primera parte-. Pensábamos que íbamos a poder todo de una, pero no. Y también para que tenga sentido. De cualquier manera, es una primera parte conclusiva. Tiene autonomía. La obra son cuadros de sus diferentes libros, así que podríamos decir que cada cuadro tiene su autonomía. La clausura o el cierre de esta primera parte podría considerarse como un cierre en sí mismo, y a la vez, quien conozca la obra del autor podrá sospechar la ausencia de algunos textos preponderantes o determinantes que van a aparecer en la segunda”.

La escena como vértigo: Ignacio Bartolone hace cuerpo la obra de Osvaldo Lamborghini
Una puesta original de Ignacio Bartolone.

-¿Cuál es la relación que tienen con Osvaldo Lamborghini?

-Como muchos de mi generación (tengo 41) en algún momento nos quedamos magnetizados con lo que era Niño proletario. Está publicada una edición en Barcelona y acá apareció la de Sudamericana que había compilado César Aira, y en un principio fue de una absorción total: tratar de comprender quién era esa persona. Y, por otro lado, en algún momento me dediqué a estudiarlo, junto con su biógrafo, que es Ricardo Strafacce, y que fue uno de mis maestros. Lo que hace Strafacce agranda las posibilidades de comprender a Lamborghini.

-¿Cuál sería una posible lectura desde hoy?

-Creo que tiene una actualidad total. El fiord está hecho para ser leído ahora. Ese menjunje político de cuerpos que se entrelazan para saber dónde está el traicionero, dónde está el verdugo. Todas esas cosas que siguen resignificando la historia política Argentina. Por otro lado, creo que es un autor de un nivel, perteneciente a un grupo y a la propia vanguardia de una época, pero que se destaca de todo eso: su operativa de literatura trasciende la obsolescencia de lo que fueron las programáticas de vanguardia. Me parece que tiene una vigencia total. Y también está pensar que tal vez sea un autor que no tenga una vigencia total pero las cosas no caducan en esos términos, siempre hay lectores que vuelven a aparecer. Y se resignifican las maneras de leer y entender. La literatura sabe esperar, dice un amigo mío.

La escena como vértigo: Ignacio Bartolone hace cuerpo la obra de Osvaldo Lamborghini

-¿Qué ofrece su estilo de escritura para hacer la puesta?

-En toda su literatura permanentemente asoman microescenas situacionales. Por ejemplo, Lamborghini todo el tiempo narra a la persona que está escribiendo eso que vos estás leyendo. Vos empezás a leer algo, en cualquier orden, y rápidamente aparece la escena de quien está escribiendo eso. Esa dualidad medio Macaya y Araujo (la famosa dupla de relato y comentarios de partidos), de alguien que relata y a la vez alguien que comenta, es una cuestión muy propia de su obra que permite pensar lo escénico atravesado por esta dualidad, donde la representación está todo el tiempo cortada por alguien que comenta la situación. Esas cuestiones que aparecen en la obra de Lamborghini -que hay que saberlas detectar no son evidentes ni mucho menos- presenta lugares interesantes para pensar la escena. En una obra que funciona no como una versión o una adaptación, sino troquelando los textos de él puestos en escena.

-Puede decirse que toda obra literaria pretende una obra en escena.

-La literatura tiene un devenir escénico. La intención en este caso fue no poner en escena los textos desde adaptaciones, sino poner la obra de Lamborghini. ¿Cómo se pone un libro en escena? Nuestra intención fue tratar de estar a la altura de la obra -no sé si lo hemos logrado-, en términos de problematizar ese esquema en el que cualquier texto de Osvaldo que leas conlleva esas múltiples capas en las que hay un relato, hay un narrador de escena, una situación que de alguna manera lleva una nota al pie que habla sobre esa cuestión y se va complejizando. No es un autor de placer, es un autor de goce. 

La escena como vértigo: Ignacio Bartolone hace cuerpo la obra de Osvaldo Lamborghini

-¿De alguna manera extrañás a autores como él?

-No, porque tengo el privilegio de conocer un montón de personas que están escribiendo obras que son depositarias -genealógicamente hablando-, próximas, relacionadas a la obra de Osvaldo. Tengo el privilegio de leerlo a Pablo Farrés, un autor extraordinario, que está escribiendo la mejor obra argentina en este momento, el caso de Agustín Conde de Boeck. Es un gran momento literario argentino. Así que no tengo nostalgia. Pero soy fanático de Osvaldo. Ya haré la de Farrés en algún momento.

-¿Como invitarías a ver la obra?

-Primero que vengan a ver una obra que toma la decisión de no curar a nadie sino más bien de enfermar, una cosa que el teatro fue perdiendo con el tiempo. No una obra complaciente que signa una misa en la que todos pensamos parecido. Y tengo el privilegio de contar con dos actores extraordinarios que hacen que lo que uno ve cobre una gran dimensión de un collage escénico de actuación que pasa por muchos lugares. Un trabajo plástico.

Osvaldo Lamborghini obras completas. Primera parte. 

Creación de la Compañía La espada de pasto, realizada en co-producción con el Galpón de Guevara y creada en el marco de VIVA, su programa de residencias artísticas. Dirección: Ignacio Bartolone. Con Hernán Franco, Juan Isola, Valentín Pelisch. Hasta el 28 de noviembre los viernes a las 23 en El Galpón de Guevara (Guevara 326)



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