Milei y el “espejito, espejito…”

Milei y el “espejito, espejito…”


En unas horas el INDEC dará a conocer el dato de pobreza del primer semestre de este año 2025. Ya anda, el gobierno o su presidente, agitando la bandera de que sacó 12 millones de personas de la pobreza.

Ahora viene anticipando un dato que no sabemos a ciencia cierta si es así.

Pero debemos hacer un poco de historia. El señor presidente, luego de ganar el ballotage, se propuso con sus allegados instalar un escenario apocalíptico para diciembre de 2023. De hecho, sin datos comprobables, planteó que en el año 2024 íbamos hacia una hiperinflación del 17.000%. Con esta campaña de instalación del peor de los escenarios, y con una megadevaluación del dólar oficial de $ 366 a $ 800, la variación de precios de diciembre fue mayor al 25%. Por supuesto, lejos de hacerse cargo de esa devaluación y de la incidencia que tuvo en el dato de pobreza del primer semestre de 2024, el gobierno nacional -en un acto de cobardía- apuntó a los gobiernos anteriores como responsables de la herencia recibida.

Datos, no palabras

La pobreza podrá ser más baja que la del primer semestre de 2024 -cuando alcanzó al 52,9% de las personas- y también con la inmediatamente posterior, la del segundo semestre de 2024, resultado, cómo dijimos, de las decisiones de Milei apenas asumió. Esto nos puso en el peor escenario socio económico.

A esta realidad se suma un aspecto aún más preocupante: el impacto directo sobre las infancias. Según relevamientos recientes, en la Argentina más de la mitad de los niños y niñas vive en hogares pobres, lo que implica carencias en alimentación, salud y educación que comprometen su desarrollo presente y futuro. Lejos de revertir esta situación, las políticas de ajuste económico agravan las desigualdades pues mientras los salarios pierden frente a la inflación y los trabajadores estatales son empujados a la marginalidad, son las familias con niños las que más sufren los costos de una estrategia económica centrada en el déficit cero y el achicamiento del Estado. La niñez, que debería ser prioridad, se convierte así en la principal víctima silenciosa de un modelo que reduce la política pública al déficit cero con la mayoría del pueblo en estado de vulnerabilidad.

Claro, con razón, me dirán quienes “son especialistas en el tema” que el fenómeno de incidencia de la pobreza del primer semestre de año 2024, como cualquier otro, no tiene una sola causa. Pero aún así el gobierno priorizo su política de “déficit cero” aún contra las necesidades de un pueblo que no duda en salir a la calle a reclamar por sus derechos.

En los últimos meses, la situación empeoró significativamente en general, pero los trabajadores de la Administración Pública Nacional hemos sufrido continuamente a lo largo de los últimos 20 meses, ya que hemos sido el centro del ataque con despidos y expulsiones producto de la paritaria cerradas a la baja. En el año 2023, el salario bruto del escalafón “D0” del SINEP (Sistema Nacional de Empleo Público) equivalió, en promedio, al 81% del valor de la canasta de pobreza para un hogar tipo del Gran Buenos Aires, mientras que actualmente apenas representa apenas el 61%.

Este gobierno viene desde hace unos meses dilapidando dólares para mantener la cotización dentro de lo que denomina “bandas”, cuando el Banco Central se ha desprendido de millones en estas semanas. Logra ahora con auxilio del gobierno de EE UU un poco de oxígeno, sin que nadie nos garantice estabilidad a largo plazo.

Tampoco asume las derrotas electorales recientes ni los reveses que le han dado los otros poderes del Estado: en el Congreso con el rechazo a vetos, y en la Justicia con fallos que dieron la razón a distintos gremios frente al achique y el ajuste.

Será, entonces, que nuestro presidente, lejos de la realidad, necesita un espejito que le diga que es “el mejor presidente de la historia”. Como la madrastra de Blancanieves frente al cristal encantado, insiste en preguntarle a las cifras y a la opinión pública quién gobierna mejor, esperando un reflejo complaciente. El problema es que los espejos devuelven apariencias, pero no pueden ocultar lo que está a la vista: la pobreza, la inflación y la pérdida de derechos son realidades que ningún relato consigue embellecer.

* Trabajador del INDEC desde julio de 1989



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