“Mucha gente cree que soy un ermitaño, pero disfruto de la vida real, la que está alejada de las grandes luces”

“Mucha gente cree que soy un ermitaño, pero disfruto de la vida real, la que está alejada de las grandes luces”


Daniel Day-Lewis, uno de los actores más enigmáticos y respetados del cine contemporáneo, vuelve a ponerse frente a las cámaras después de ocho años de ausencia. Su regreso no es casual: Anemone, la película que marca su vuelta, está dirigida por su hijo Ronan Day-Lewis, de 27 años. La cinta -una historia de guerra, culpa y herencia- tuvo su estreno en el Festival de Cine de Roma, dentro de la sección independiente Alice nella Città, y llegará a los cines en febrero de 2026.

Según contó Ronan a Vanity Fair, el proyecto no nació con la intención de poner en el centro una relación paterno-filial. “Al principio, la película se centraba en dos hermanos”, explicó, “pero poco a poco el vínculo entre padre e hijo se fue introduciendo de forma natural en la historia”. Su padre coincide: “Nunca hubo un deseo consciente de explorar nuestra relación. No hacía falta. Surgió por sí sola, como todo lo auténtico”.

El tema de la herencia -de lo que se transmite de una generación a otra- atraviesa el relato y, también, las reflexiones del actor británico. “Mi experiencia personal, en cierto sentido, es parecida a la del personaje de Brian”, confesó Day-Lewis. “Aunque mi padre estaba presente, murió cuando yo tenía catorce años. Era una generación distinta, que no interactuaba mucho con sus hijos. Las únicas conversaciones que recuerdo eran cuando me metía en problemas, cosa que ocurría a menudo”.

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Anemone, que aún no tiene fecha de estreno en nuestro país, aborda, además, la guerra y la culpa colectiva. Ronan explicó que buscó evitar el enfoque del opresor: “Aunque seguimos a un soldado británico, quise que la historia mirara la guerra como una afrenta a la naturaleza. Que el viento, el cielo y los árboles fueran testigos de la violencia”.

Su padre, por su parte, recordó su propia infancia en el Londres de posguerra: “Jugábamos entre balas y máscaras antigás. De niños veíamos la Segunda Guerra Mundial como una gesta heroica. Pero al crecer y conocer Irlanda del Norte, entendí la complejidad de los conflictos. Tengo amigos que sirvieron en el ejército británico y otros que son nacionalistas irlandeses. No juzgo a ninguno: admiro a quienes logran resistir al poder de una comunidad que te arrastra al conflicto”.

Daniel Day-Lewis: “Mucha gente cree que soy un ermitaño, pero disfruto de la vida real, la que está alejada de las grandes luces”
En Anemone lo dirige su hijo, Ronan Day-Lewis.

Trabajar juntos -padre y hijo, actor y director- fue, según ambos, una experiencia reveladora. Ronan contó que verlo improvisar en el papel de Ray le enseñó más que cualquier escuela: “Me impresionó su generosidad. Nunca tuvimos que andar con cuidado alrededor de él”. Daniel, en cambio, dijo que no descubrió nada nuevo: “Sabía que Ronan era capaz. Pero verlo convertirse en director ante mis ojos fue extraordinario”.

Las diferencias generacionales aparecen, aunque sin conflicto. “Tenemos puntos de vista distintos sobre la religión o la violencia”, reconoció Daniel, “pero no estamos en desacuerdo: son simplemente perspectivas diferentes”. Ronan, por su parte, admitió que su visión más crítica sobre lo militar chocaba al principio con la experiencia vital de su padre.

Daniel Day-Lewis, un referente

El actor, considerado un referente por generaciones más jóvenes, asegura no ser consciente de esa influencia. “No lo digo por modestia”, aclaró. “Admiro a los grandes actores del pasado y también a los de hoy: Paul Mescal, Jessie Buckley, Barry Keoghan… Es una generación extraordinaria. Lo que hacen me inspira y me emociona”.

Sobre su famoso compromiso con cada papel, Day-Lewis dice que interpretar incluso a personajes oscuros es para él un acto de alegría. “Explorar la vida de otro ser humano es una forma de empatizar”, explicó. “Cuando termina el rodaje, la imaginación no se apaga. Te llevás esa huella por un tiempo”.

Y, ante la pregunta de quién es Daniel Day-Lewis cuando no actúa, el actor desmonta el mito de su reclusión: “Probablemente no soy la persona adecuada para responder, pero sé que se tiende a pensar que vivo como un ermitaño. Y quizá eso es lo que tengo en común con Ray. Él es un ermitaño. Mucha gente cree que soy un ermitaño, pero disfruto de la vida real, la que está alejada de las grandes luces. Llevo una vida plena y feliz con mi familia y mis amigos. La prensa sensacionalista habla de ‘romper el silencio’ o ‘volver a la luz’, pero eso solo significa que uno no está bajo los focos”.



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